Página:El día del juicio (1919).djvu/70

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
66
 

cia él, sino que se detuvo lejos, y cruzando los brazos sobre el pecho, preguntó:

—¿A qué vienes a llamar otra vez a la ventana?

Sintió un deseo casi irresistible de cogerla en sus brazos y llenar de besos su preciosa cara; pero no se atrevió por temor a un buen par de bofetadas. Acumulando todo su valor, respondió:

—Creo que tengo derecho a llamar a vuestra ventana; me debéis más de lo que vale la casa.

Jamás me podréis pagar vuestra deuda.

—Si sabes ya que no podremos pagarte, no hay por qué venir por la noche a molestar a la gente.

No tienes corazón; estás empujando a mi pobre madre al sepulcro.

—Yo? No tengo esa intención. Si tú no fueras tan mala, Galia, yo podría procurar a tu madre una vejez tranquila.

—Todo eso es mentira!

—Mentira ? ¡Ay, Galia! ¡Yo no puedo vivir sin tu amor!

—¡Embustero, anda! Eso no te impide solicitar la mano de la hija del viejo Makogon.

—No es de eso de lo que se trata. Lo esencial es que yo no puedo vivir sin ti. Te lo juro ante Dios. Ahora bien... Verás... Tengo un plan...

Escúchame bien, si eres verdaderamente inteligente. Escúchame con tus oídos y respóndeme con tu lengua; pero no con tus manos, como tienes por costumbre. No me gusta que se responda a mis razones con puñetazos...