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Página:El gallo de Sócrates (Colección de Cuentos).djvu/116

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rrecía la rima en el verso; quería que las casas fueran de hierro, y filosofaba á lo jónico moderno, asegurando que todo era electricidad.

Llamaba neurastenia á todo lo que excedía de los alcances de su mísero espíritu, y creía bajo su palabra á la gente nueva cada vez que ésta le anunciaba que todo lo conocido caducaba, y que estaba para brotar el nuevo genio, el de la gran regeneración. A pesar de todo, era conservador en política, porque no había otra manera de conservar el distrito y la influencia en todos aquellos Ayuntamientos del contorno. Pero, en el fondo, era él lo más avanzado, lo más modernista!... Y todo esto le venía de su real y espontánea afición, el último figurín, en materia de trapos. En fin, el gran villano, cuando hablaba á solas con su mujer, ¡llamaba cursi al cura de la Matiella!



Era un sacerdote alto, moreno, de cara larga, no mucho, bien proporcionadas facciones, dientes limpios y sanos, labios frescos, cuello fuerte, buen torso, pierna larga, majestuoso sin afectación en los andares, pulcro y sencillo en el vestir. También usaba levita larga, pero no mucho; y el sombrero...