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José Ingenieros

Hay otras consecuencias del tartufismo. El hombre dúctil a la intriga se priva del cariño ingenuo. Suele tener cómplices, pero no tiene amigos; la hipocresía no ata por el corazón, sino por el interés. Los hipócritas, forzosamente utilitarios y oportunistas, están siempre dispuestos a traicionar sus principios en homenaje a un beneficio inmediato; eso les veda la amistad con espíritus superiores. El gentilhombre tiene siempre un enemigo en ellos, pues la reciprocidad de sentimientos sólo es posible entre iguales; no puede entregarse nunca a su amistad, pues acecharán la ocasión para afrentarlo con alguna infamia, vengando su propia inferioridad. La Bruyére escribió una máxima imperecedera: "En la amistad desinteresada hay placeres que no pueden alcanzar los que nacieron mediocres; éstos necesitan cómplices, buscándolos entre los que conocen esos secretos resortes descriptos como una simple solidaridad en el mal. Si el hombre sincero se entrega, ellos aguardan la hora propicia para traicionarlo; por eso la amistad es difícil para los grandes espíritus y éstos no prodigan su intimidad cuando se elevan demasiado sobre el nivel común. Los hombres eminentes necesitan disponer de infinita sensibilidad y tolerancia para entregarse; cuando lo hacen, nada pone límites a su ternura y su devoción. Entre nobles caracteres la amistad crece despacio y prospera mejor cuando arraiga en el reconocimiento de méritos recíprocos; entre hombres vulgares crece inmotivadamente, pero permanece raquítica, fundándose a menudo en la complicidad del vicio o de la intriga. Por eso la política puede crear cómplices, pero nunca amigos: muchas veces Îleva a cambiar éstos por aquéllos, olvidando que cambiarlos con frecuencia equivale a no tenerlos. Mientras en los hipócritas las complicidades se extinguen con el interés que las determina en los caracteres leales la amistad dura tanto como los méritos que la inspiran.

Siendo desleal, el hipócrita es también ingrato. Invierte las fórmulas del reconocimiento; aspira a la divulgación de los favores que hace, sin ser por ello sensible a los que recibe. Multiplica por mil lo que da y divide por un millón lo que acepta. Ignora la gratitud, — virtud de elegidos, — inquebrantable cadena remachada para siem-