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El hombre mediocre

loables cualidades se marchitan y languidecen al sobrevenir la vejez:

Ubi jam validis quassatum est viribus aevi corpus, et obtusis ceciderunt viribus artus,

claudicat ingenium, delirat linguaque mensque.

Montaigne, viejo, estimaba que á los veinte años cada individuo ha anunciado lo que de él puede esperarse y afirma que ningún alma obscura hasta esa edad se ha vuelto luminosa después; recuerda el proverbio usual en el Delfinado: «Si l'épine ne pique pas en naissant, à peine piquera-t-elle jamais», y agrega que casi todas las grandes acciones de la historia han sido realizadas antes de los treinta años. (Essais, lib. I, cap. LVII.)

Á distancia de siglos un espíritu absolutamente diverso llega á las mismas conclusiones. «El descubrimiento del segundo principio de la energética moderna fué hecho por un joven: Carnot tenía veintiocho años al publicar su Memoria. Mayer, Joule y Helmoltz tenían veinticinco, veintiséis y veinticinco, respectivamente; ninguno de estos grandes innovadores había llegado á los treinta años cuando se dió á conocer. Las épocas en que sus trabajos aparecieron no representan el momento en que fueron concebidos; hubieron de pasar algunos años antes de que tuviesen desarrollo suficiente para ser expuestos y de que ellos encontraran medios de publicarlos. Asombra la juventud de estos maestros de la ciencia; estamos acos