otros Doctores de la Igleſia, guardando en eſto vn decoro tan ingenioſo, que en vn renglon han pintado vn enamorado diſtraydo, y en otro hazen vn ſermoncico Chriſtiano, que es vn contento, y vn regalo, oyrle, o leelle. De todo eſto ha de carecer mi libro, porque ni tẽgo que acotar en el margen, ni que anotar en el fin, ni menos ſe que autores ſigo en el, para ponerlos al principio, como hazen todos, por las letras del A. B. C. Començando en Ariſtoteles, y acabando en Xenofonte, y en Zoyto, o Zeuxis, aunque fue maldiciente el vno, y pintor el otro. Tambien ha de carecer mi libro de Sonetos al principio, alomenos de Sonetos, cuyos autores ſean Duques, Marqueſes, Contes, Obiſpos, Damas, o Poetas celeberrimos. Aunque ſi yo los pidieſſe à dos, o tres oficiales amigos, yo ſe que me los darian, y tales, que no les ygualaſſen los de aquellos que tienẽ mas nombre en nueſtra Eſpaña.
En fin ſeñor, y amigo mio (proſegui) yo determino, que el ſeñor don Quixote ſe quede ſepultado en ſus archiuos en la Mancha, haſta que el cielo depare quien le adorne de tantas coſas como le faltan, porque yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi inſuficiencia, y pocas letras: y porque naturalmente ſoy poltron, y perezoſo, de andarme buſcando autores, que digan lo que yo me ſe dezir ſin ellos. De aqui nace la ſuſpenſion, y eleuamiẽto en que me hallaſtes, baſtante cauſa para ponerme en ella, la que de mi aueys oydo. Oyendo lo qual mi amigo, dandoſe vna palmada en la frente, y diſparando en vna larga riſa, me dixo: Por Dios hermano, que aora me acabo de deſengañar, de vn engaño en que he eſtado, todo el mucho tiẽpo que ha que os conozco, en el qual ſiempre os he tenido por diſcreto, y prudente, en todas vueſtras acciones. Pero aora veo, que eſtays tan lejos de ſerlo, como lo eſtâ el cielo de la tierra.