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nera se cumplirá al pie de la letra la condición del pasaje.

—Pues, señor gobernador, replicó el preguntador, será necesario que el tal hombre se divida en partes, en mentirosa y verdadera; y si se divide, por fuerza ha de morir: y así no se consigue cosa alguna de lo que la ley pide, y es de necesidad espresa que se cumpla con ella.

—Venid acá, buen hombre, respondió Sancho:

este pasajero que decís, ó yo soy un porro, ó él tiene la misma razón para morir que para vivir y pasar la puente, porque si la verdad le salva, la mentira le condena igualmente; y siendo esto así, como lo es, soy de parecer que digáis á esos señores que á mí os enviaron, que pues están en un filo las razones de condenarlo ó asolverle, que le dej pasar libremente, pues siempre es alabado más el hacer bien, que mal; y esto lo diera firmado de mi nombre si supiera firmar: y yo en este caso no he hablado de mío, sino que se me vino á la memoria un precepto, entre otros muchos, que me dió mi amo don Quijote la noche antes que viniera á ser gobernador desta ínsula, que fué que cuando la justicia estuviese en duda, me decantase y acogiese á la misericordia; y ha querido Dios que agora se me acordase, por venir en este caso como de molde.

—Así es, respondió el mayordomo; y tengo para mí que el mismo Licurgo, que dió leyes á los lacedemonios, no pudiera dar mejor sentencia que la que el gran Panza ha dado; y acábese con esto la audiencia desta mañana, y yo daré orden como el señor gobernador coma muy á su gusto.

—Eso pido, y barras derechas, dijo Sancho, dénme de ner y lluevan casos y dudas sobre mí, que yo los despabilaré en el aire.