Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/271

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»portador dellas allí presente, y con todo eso creía »y pensaba que era todo sueño lo que veía y lo que »tocaba; porque ¿ quién podía pensar que un pas»tor de cabras había de venir á ser gobernador de »ínsulas? Ya sabes tú amigo, que decía mi madre, »que era menester vivir mucho para ver mucho:

»digolo porque pienso ver más si vivo más, por»que no pienso parar hasta verte arrendador ó al»cabalero, que son oficios que aunque lleva el dia»blo á quien mal los usa, en fin, en fin siempre »tienen y manejan dineros. Mi señora la duquesa »te dirá el deseo que tengo de ir á la corte: mírate »en ello, y avísame de tu gusto, que yo procura»ré honrarte en ella andando en coche.

»>El cura, el barbero, el bachiller y aun el sa»cristán no pueden creer que eres gobernador, y »dicen que todo es embeleco, ó cosas de encan»tamento, como son todas las de don Quijote tu »amo; y dice Sansón que ha de ir á buscarte y á »sacarte el gobierno de la cabeza, y á don Quijo»te la locura de los cascos; yo no hago sino reirme, »y mirar mi sarta, y dar traza del vestido que ten»go de hacer del tuyo á nuestra hija. Unas bello»tas envié á mi señora la duquesa, yo quisiera »que fueran de oro. Envíame tú algunas sartas de »perlas, si se usan en esa ínsula. Las nuevas des>»te lugar son, que la Berrueca casó á su hija con »>un pintor de mala mano, que llegó á este pue»blo á pintar lo que saliese. Mandóle el consejo »pintar las armas de su majestad sobre las puer»tas del ayuntamiento, pidió dos ducados, diéron»sele adelantados, trabajó ocho días, al cabo de »los cuales nó pintó nada; y dijo que no acerta»ba á pintar tantas baratijas: volvió el dinero, y »con todo eso se casó á título de buen oficial: ver