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CAPITULO LV

De cosas sucedidas á Sancho en el camino, y otras que no hay más que ver.

El haberse detenido Sancho con Ricote no le dió lugar á que aquel día llegase al castillo del duque, puesto que llegó media legua dél, donde le tomó la noche algo escura y cerrada; pero como era verano no le dió mucha pesadumbre, y así se apartó del camino con intención de esperar la mañana; y quiso su corta y desventurada suerte, que buscando lugar donde mejor acomodarse cayeran él y el rucio en una honda y escurísima sima que entre unos edificios muy antiguos estaba, y al tiempo del caer se encomendó á Dios de todo corazón, pensando que no había de parar hasta el profundo de los abismos; y no fué así, porque á poco más de tres estados dió fondo el rucio, y él se halló encima dél sin haber recebido lisión ni daño alguno. Tentóse todo el cuerpo, y cogió el aliento por ver si estaba sano ó agujereado por alguna parte; y viéndose bueno, entero y católico de salud, no se hartaba de dar gracias á Dios nuestro Señor de la merced que le había hecho, porque sin duda pensó que estaba hecho mil pedazos. Tentó asimismo con las manos en las paredes de la sima por ver si era posible salir della sin ayuda de nadie, pero todas las halló rasas y sin asidero alguno, de lo que Sancho se congojó mucho, especialmente cuando oyó que el ru—,