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le pida cuenta de sus hechos. Digo pues; que cuando dieron la señal de la arremetida estaba nuestro lacayo transportado, pensando en la hermosura de la que ya había hecho señora de su libertad: y así no atendió al són de la trompeta, como hizo don Quijote, que apenas la hubo oído, cuando arremetió, y á todo el correr que permitía Rocinante partió contra su enemigo, y viéndole partir su buen escudero Sancho, dijo á grandes voces: Dios te guíe, nata y flor de los andantes caballeros: Dios te dé la victoria, pues llevas la razón de tu parte. Y aunque Tosilos vió venir contra sí á don Quijote, no se movió un paso de su puesto; antes con grandes voces llamó al maese de campo, el cual venido á ver lo que quería, le dijo:

—Señor, ¿esta batalla no se hace porque yo me case ó no me case con aquella señora?

—Así es, le fué respondido.

—Pues yo, dijo el lacayo, soy temeroso de mi conciencia, y pondríala en gran cargo si pasase adelante en esa batalla; y así digo que yo me doy por vencido, y que quiero casarme luego con aquella señora.

Quedó admirado el maese de campo de las razones de Tosilos, y como era uno de los sabidores de la máquina de aquel caso, no le supo responder palabra. Detúvose don Quijote en la mitad de su carrera viendo que su enemigo no le acometía. El duque no sabía la ocasión porque no se pasaba adelante la batalla; pero el maese de campo le fué á declarar lo que Tosilos decía, de lo que quedó suspenso y colérico en estremo. En tanto que esto pasaba, Tosilos se llegó á donde doña Rodríguez estaba, y dijo á grandes voces :

—Yo, señora, quiero casarme con vuestra hija,