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y no quiero alcanzar por pleitos ni contiendas lo que puedo alcanzar por paz y sin peligro de la muerte. Oyó esto el valeroso don Quijote, y dijo:

—Pues esto así es, yo quedo libre y suelto de mi promesa cásense enhorabuena, y pues Dios nuestro Señor se la dió, San Pedro se la bendiga.

El duque había bajado á la plaza del castillo, y llegándose á Tosilos le dijo:

—Es verdad, caballero, que os dáis por vencido, y que instigado de vuestra temerosa conciencia os queréis casar con esta doncella?

—Sí, señor, respondió Tosilos.

—El hace muy bien, dijo á esta sazón Sancho Panza, porque lo que has de dar al mur dalo al gato, y sacarte ha de cuidado.

Ibase Tosilos desenlazando la celada, y rogaba que apriesa le ayudasen, porque le iban faltando los espíritus del aliento, y no podía verse encerrado tanto tiempo en la estrecheza de aquel aposento.

Quitáronsela apriesa, y quedó descubierto y patente su rostro de lacayo. Viendo lo cual doña Rodríguez y su hija, dando grandes voces, dijeron :

—Este es engaño, engaño es este; á Tosilos el lacayo del duque mi señor nos han puesto en lugar de mi verdadero esposo: justicia de Dios y del rey de tanta malicia, por no decir bellaquería.

—No vos acuitéis, señora, dijo don Quijote, que ni esta es malicia, ni es bellaquería: y si la es, no ha sido la causa el duque, sino los malos encantadores que me persiguen, los cuales, invidiosos de que yo alcanzase la gloria deste vencimiento, han convertido el rostro de vuestro esposo en el deste que decís que es lacayo del duque: tomad mi consejo, y a pesar de la malicia de mis enemigos casaos con él, que sin duda es el mismo que vos de.

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