Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/361

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 357 —

Aeacció pues, que yendo don Quijote con el aplauso que se ha dicho, un castellano que leyó el rétulo de las espaldas alzó la voz diciendo:

—Válgate el diablo por don Quijote de la Mancha; como ¿qué hasta aquí has llegado sin haberte muerto los infinitos palos que tienes á cuestas? Tú eres loco, y si lo fueras á solas y dentro de las puertas de tu locura, fuera menos mal, pero tienes propiedad de volver locos y mentecatos á cuantos te tratan y comunican: sino, mírenlo por estos señores que te acompañan. Vuélvete, mentecato, á tu casa, y mira por tu hacienda, por tu mujer y tus hijos, y déjate destas vaciedades, que te carcomen el seso y te desnatan el entendimiento.

—Hermano, dijo don Antonio, seguid vuestro camino, y no deis consejos á quien no os los pide.

El señor don Quijote de la Mancha es muy cuerdo, y nosotros que le acompañamos no somos necios:

la virtud se ha de honrar donde quiera que se hallare, y andad enhoramala, y no os metáis donde no os llaman.

1 —Pardiez, vuesa merced tiene razón, respondió el castellano, que aconsejar á este buen hombre es dar coces contra el aguijón; pero con todo eso, me da muy gran lástima que el buen ingenio que dicen que tiene en todas las cosas este mentecato, se le desagüe por la canal de su andante caballería; y la enhoramala que vuesa merced dijo sea para mí y para todos mis descendientes, si de hoy más, aunque viviese más años que Matusalén, diere consejo á nadie, aunque me lo pida.

Apartóse el consejero, siguió adelante el paseo; pero fué tanta la priesa que los muchachos y toda la gente tenía leyendo el rétulo, que se le hubo de quitar don Antonio como que le quitaba otra co-