Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/447

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 443 —

Toboso, y pluguiera al cielo que estuviera su desen—¹ canto de vuesa merced en darme otros tres mil y tantos azotes como me doy por ella, que yo me los diera sin interés alguno.

1 —No entiendo eso de azotes, dijo don Alvaro:

y Sancho le respondió que era largo de contar; pero que él se lo contaría si acaso iban un mesmo camino.

Llegóse en esto la hora de comer, comieron juntos don Quijote y don Alvaro. Entró acaso el alcalde del pueblo en el mesón con un escribano, ante el cual alcalde pidió don Quijote por una petición de que á su derecho convenía de que don Alvaro Tarfe, aquel caballero que estaba allí presente, declarase ante su merced como no conocía á don Quijote de la Mancha, que asimismo estaba allí presente, y que no era aquel que andaba impreso en una historia titulada: Segunda parte de don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal de Avellaneda, natural de Tordesillas. Finalmente, el alcalde proveyó jurídicamente la declaración se hizo con todas las fuerzas que en tales casos deben hacerse; con lo que quedaron don Quijote y Sancho muy alegres, como si les importara mucho semejante declaración, y no mostrara la diferencia de los dos don Quijotes, y la de los Sanchos, sus obras y sus palabras. Muchas de cortesías y ofrecimientos pasaron entre don Alvaro y don Quijote," en las cuales mostró el gran manchego su discreción, de modo que desengañó á don Alvaro Tarfe del error en que estaba, el cual se dió á entender que había de estar encantado, pues tocaba con la mano dos tan contrarios don Quijotes. Llegó la tarde, partiéronse de aquel lugar, y á obra de media legua se apartaban dos caminos diferentes, el uno