Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo III (1908).pdf/83

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 79 —

1 —Qué decís entre vos, Sancho? preguntó la duquesa.

—Digo, señora, respondió él, que en las cortes de los otros príncipes siempre he oído decir que en levantando los manteles dan agua á las manos, pero no lejía á las barbas, y que por eso es bueno vivir mucho para ver mucho, aunque también dicen que el que larga vida vive, mucho mal ha de pasar, puesto que pasar por un lavatorio destos antes es gusto que trabajo.

—No tengáis pena, amigo Sancho, dijo la duquesa, que yo haré que mis doncellas os laven, y aun os metan en colada si fuera menester.

—Con las barbas me contento, respondió Sancho, por ahora á lo menos, que andando el tiempo Dios dijo lo que será..

—Mirad maestresala, dijo la duquesa, lo que el buen Sancho pide, y cumplidle su voluntad al pie de la letra.

El maestresala respondió que en todo sería servido el señor Sancho; y con esto se fué á comer y llevó consigo á Sancho, quedándose á la mesa losduques y don Quijote hablando en muchas y divensas cosas, pero todas tocantes al ejercicio de las armas y de la andante caballería. La duquesa rogó á don Quijote que le delinease y describiese, pues parecía tener felice memoria, la hermosura y facciones de la señora Dulcinea del Toboso, que según lo que la fama pregonaba de su belleza, tenía por entendido que debía de ser la más bella criatura del orbe y aun de toda la Mancha. Suspiró don Quijote oyendo lo que la duquesa le mandaba, y dijo:

—Si yo pudiera sacar mi corazón, y ponerle ante los ojos de vuestra grandeza aquí delante