Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/230

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 228 —

te; mas antes que se llegue á ese término, es menester andar por el mundo como en aprobación, buscando las aventuras, para que acabando algunas, se cobre nombre y fama tal, que cuando se fuere á la corte de algún gran monarca, ya sea el caballero conocido por sus obras, y que apenas le hayan visto entrar los muchachos por la puerta de la ciudad, cuando todos le sigan y rodeen dando voces diciendo: Este es el caballero del Sol, ó de la Serpiente, ó de otra insignia alguna debajo de la cual hubiera acabado grandes hazañas. Este es, dirán, el que venció en singular batalla al gigantazo Brocabruno de la gran fuerza, el que desencantó al gran mameluco de Persia del largo encantamento en que había estado casi novecientos años. Así que, de mano en mano irán pregonando sus hechos; y luego al alboroto de los muchachos y de la demás gente se parará á las fenestras de su real palacio el rey de aquel reino, y así como vea al caballero, conociéndole por las armas ó por la empresa del escudo, forzosamente ha de decir:

Ea, sus, salgan mis caballeros cuantos en mi corte están á recibir á la flor de la caballería que allí viene; á cuyo mandamiento saldrán todos, y él llegará hasta la mitad de la escalera, y le abrazará estrechísimamente, y le dará paz besándole en el rostro, y luego le llevará por la mano al aposento de la señora reina, adonde el caballero la hallará con la infanta su hija, que ha de ser una de las más fermosas y acabadas doncellas que en gran parte de lo descubierto de la tierra á duras penas se puede hallar. Sucederá tras esto luego, encontinente, que ella ponga los ojos en el caballero, y él en los della, y cada uno parezca al otro cosa más divina que humana, y sin saber cómo ni cómo no,