Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/304

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 302 —

que ya sabían la locura de don Quijote y el género della, siempre que le oían se admiraban de nuevo: pidiéronle á Sancho Panza que les enseñase la carta que llevaba á la señora Dulcinea del Toboso.

El dijo que iba escrita en un libro de memorias, y que era orden de su señor que la hiciese trasladar en papel en el primer lugar que llegase: á lo cual dijo el cura que se la mostrase, que él la trasladaría de muy buena letra. Metió la mano en el seno Sancho Panza buscando el librillo, pero no lo halló, ni le podía hallar, si le buscara hasta ahora, porque se había quedado don Quijote con él, y no se lo había dado, ni á él se le acordó de pedírselo.

Cuando Sancho vió que no hallaba el libro, fuésele parando mortal el rostro, y tornándose á tentar todo el cuerpo muy apriesa, tornó á echar de ver que no le hallaba, y sin más ni más se echó entrambos puños á las barbas, y se arrancó la mitaddellas, y luego apriesa y sin cesar se dió media docena de puñadas en el rostro y en las narices, que se las bañó todas en sangre. Visto lo cual por el cura y barbero, le dijeron que qué le había sucedido que tan mal se paraba.

—¿Qué me ha de suceder, respondió Sancho, sino el haber perdido de una mano á otra en un instante tres pollinos, que cada uno era como un castillo?

—¿Cómo es eso? replicó el barbero.

—He perdido el libro de memorias, respondió Sancho, donde venía la carta para Dulcinea, y una cédula firmada de mi señor, por la cual mandaba que su sobrina me diese tres pollinos de cuatro ó cinco que estaban en casa; y con esto les contó la pérdida del rucio. Consolóle el cura, y díjole que en hallando á su señor, él le haría rivali-