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ni barranco de donde despeñar y despenar al amo como le hallé para el criado, y así tuve por menor inconveniente dejalle y esconderme de nuevo entre estas asperezas, que probar con él mis fuerzas ó mis disculpas. Digo, pues, que me torné á emboscar, y á buscar donde sin impedimento alguno pudiese con suspiros y lágrimas rogar al cielo se duela de mi desventura, y me dé industria y favor para salir della; ó para dejar la vida entre estas soledades, sin que quede memoria desta triste, que tan sin culpa habrá dado materia para que della se hable y murmure en la suya y en las ajenas tierras.

— CAPITULO XXIX

Que trata de la discreción de la hermosa Dorotea con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo.

Esta es, señores, la verdadera historia de mi tragedia; mirad y juzgad ahora, si los suspiros que escuchastes, las palabras que oístes y las lágrimas que de mis ojos salían, tenían ocasión bastante para mostrarse en mayor abundancia; y considerada la calidad de mi desgracia, veréis que será en vano el consuelo, pues es imposible el remedio della. Sólo os ruego, lo que con facilidad podéis y debéis hacer, que me aconsejéis dónde podré pasar la vida, sin que me acabe el temor y sobresalto que tengo de ser hallada de los que me buscan: que aunque sé que el mucho amor que mis padres me tienen me asegura que