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rienta de quien más satisfación se tiene. También decía Lotario, que tenían necesidad los casados de tener cada uno algún amigo que le advirtiese de los descuidos que en su proceder hubiese, porque suele acontecer, que con el mucho amor que el marido á la mujer tiene, ó no le advierte ó no le dice por no enojalla, que haga ó deje de hacer algunas cosas, que el hacellas ó no, le sería de honra ó de vituperio, de lo cual siendo del amigo advertido, fácilmente pondría remedio en todo.

¿Pero dónde se hallará amigo tan discreto y tan Isal y verdadero como aquí Lotario le pide? No lo sé yo por cierto, solo Lotario era éste, que con tanta solicitud y advertimiento miraba por la honra de su amigo, y procuraba diezmar, frisar y acortar los días del concierto del ir á su casa, porque no pareciese mal al vulgo ocioso y á los ojos vagabundos y maliciosos la entrada de un mozo rico, gentilhombre y bien nacido, y de las buenas partes que él pensaba que tenía, en la casa de una mujer tan hermosa como Camila: que puesto que su bondad y valor podía poner freno á toda maldiciente lengua, todavía no quería poner en duda su crédito ni el de su amigo, y por esto los más de los días del concierto los ocupaba y entretenía en otras cosas que él daba á entender ser inescusables. Así que, en quejas del uno y disculpas del otro se pasaban muchos ratos y partes del día.

Sucedió, pues, que uno en que los dos se andaban paseando por un prado fuera de la ciudad, Anselmo dijo á Lotario las semejantes razones:

—Pensarás, amigo Lotario, que á las mercedes que Dios me ha hecho en hacerme hijo de tales padres como fueron los míos, y al darme no con DON QUIJOTE .—26 TOMO I VOL . 315