Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/405

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<—403podría prometer dél, ó ya consejos para entretenellos, ó ya remedio para cumplillos.

—Así es la verdad, respondió Anselmo, y con esa confianza te hago saber, amigo Lotario, que el deseo que me fatiga, es pensar si Camila mi esposa es tan buena y tan perfeta como yo pienso, y no puedo enterarme de esta verdad, si no es probándola de manera, que la prueba manifieste los quilates de su bondad, como el fuego muestra los del oro: porque yo tengo para mí, oh amigo, que no es una mujer más buena de cuanto es ó no es solicitada, y que aquella sola es fuerte que no se dobla á las promesas, á las dádivas, á las lágrimas y á las continuas importunidades de los solícitos amantes. Porque ¿qué hay que agradecer, decía él, que una mujer sea buena, si nadie le dice que sea mala? ¿Qué mucho que esté recogida y temerosa la que no le dan ocasión para que se suelte, y la que sabe que tiene marido que en cogiéndola en la primera desenvoltura, la ha de quitar la vida? Ansí que, la que es buena por temor ó por falta de lugar; yo no la quiero tener en aquella estima en que tendré á la solicitada y perseguida, que salió con la corona del vencimiento; de modo que por estas razones y por otras muchas que te pudiera decir para acreditar y fortalecer la opinión que tengo, deseo que Camila mi esposa pase por estas dificultades, y se acrisole y aquilate en el fuego de verse requerida y solicitada, y de quien tenga valor para poner en ella sus deseos:

y si ella sale, como creo que saldrá, con la palma desta batalla, tendré yo por sin igual mi ventura ; podré yo decir que está colmo el vacío de mis deseos; diré que me cupo en suerte la mujer fuerte, de quien el Sabio dice que ¿quién la hallará?