Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/407

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que á pensar que de veras las decías, no consintiera que tan adelante pasaras, porque con no escucharte previniera tu larga arenga. Sin duda imagino ó que no me conoces, ó que yo no te conozco; pero no, que bien sé que eres Anselmo, ytú sabes que yo soy Lotario: el daño está en que yo pienso que no eres el Anselmo que solías, y tú debes de haber pensado que tampoco yo soy el Lotario que debía ser: porque las cosas que me has dicho ni son de aquel Anselmo mi amigo, ni las que me pides se han de pedir á aquel Lotario que tú conoces porque los buenos amigos han de probar á sus amigos y valerse dellos, como dijo un poeta «usque ad aras,» que quiso decir, que no se había de valer de su amistad en cosas que fueran contra Dios. Pues si esto sintió un gentil de la amistad ¿cuánto mejor es que lo sienta el cristiano, que sabe que por ninguna humana ha de perder la amistad divina? Y cuando el amigo tirase tanto la barra, que pusiese aparte los respetos del cielo por acudir á los de su amigo, no ha de ser por cosas ligeras y de poco momento, sino por aquellas en que vaya la honra y la vida de su amigo. Pues dime tú ahora, Anselmo, ¿cuál destas dos cosas tienes en peligro, para que yo me aventure á complacerte, y á hacer una cosa tan detestable como me pides? Ninguna por cierto; antes me pides, según yo entiendo, que procure y solicite quitarte la honra y la vida y quitármela á mí juntamente. Porque si yo he de procurar quitarte la honra, claro está que te quito la vida, pues hombre sin honra peor es que un muerto: y siendo yo el instrumento, como tú quieres que lo sea, de tanto mal tuyo, yo vengo á quedar deshonrado, y por el mismo consiguiente sin vida.