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mí creídas ni admitidas? Pero por parecerme que alguno no puede perseverar en el intento amoroso luengo tiempo, si no es sustentado de alguna esperanza, quiero atribuirme á mí la culpa de tu impertinencia, pues sin duda algún descuido mío ha sustentado tanto tiempo tu cuidado, y así quiero castigarme y darme la pena que tu culpa merece: y porque vieses que siendo contigo tan inhumana, no era posible dejar de serlo conmigo, quise traerte á ser testigo del sacrificio que pienso hacer á la ofendida honra de mi tan honrado marido, agraviado de tí con el mayor cuidado que te ha sido posible, y de mí también con el poco recato que he tenido de huir la ocasión, si alguna te dí, para favorecer y canonizar tus malas intenciones. Torno á ecir, que la sospecha que tengo que algún descuido mío engendró en tí tan desvariados pensamientos, es la que más me fatiga, y la que yo más deseo castigar con mis propias manos, porque castigándome otro verdugo, quizá sería más pública mi culpa; pero antes que esto haga, quiero matar muriendo, y llevar conmigo quien me acabe de satisfacer el deseo de la venganza que espero y tengo, viendo allá donde quiera que fuere la pena que da la justicia desinteresada, y que no se dobla, al que en términos tan desesperados me ha puesto.

Y diciendo estas razones con una increible fuerza y ligereza arremetió á Lotario con la daga desenvainada, con tales muestras de querer enclavársela en el pecho, que casi él estuvo en duda, si aquellas demostraciones eran falsas ó verdaderas, porque le fué forzoso valerse de su industria y de su fuerza para estorba que Camila no le diese. La cual tan vivamente fingía aquel estraño -