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Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha.djvu/35

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DE CERVANTES.

es el de volver, tras dilatada esclavitud, á su patria sano y salvo, por cuanto no hay sobre la tierra dicha comparable con la de recobrar la libertad perdida.

El desamparo lo arrojó luego del regazo de su familia. Hallábase á su regreso Felipe II aun convaleciente en Badajoz, despues del fallecimiento de su segunda muger Ana de Austria; y entró el 5 de Diciembre en Portugal, recien conquistado y pacificado por el duque de Alba. El ejército español estaba todavia ocupando el pais; ya para afianzar su rendimiento, ya para disponer el de las Azores, donde se estaban todavia defendiendo los parciales del prior de Ocrato. Rodrigo de Cervantes se habia de nuevo alistado á su llegada, probablemente en su antiguo cuerpo, el tercio del maestre de campo general Don Lope de Figueroa. Acudió allá su hermano, y aquel individuo, temido por el dey de Argel, aunque aherrojado en su baño, empuñó, en medio de su manquedad, como soldado raso, el mosquete. Embarcóse Cervantes, por el estio de 1581, en la escuadra de Don Pedro Valdes, encargada de someter las Azores, y resguardar el comercio de las Indias. Al año siguiente hizo la campaña á las órdenes del marques de Santa Cruz, y se halló en el combate naval que ganó aquel almirante á la vista de la Tercera contra la escuadra francesa que favorecia la sublevacion de Portugal. El galeon San Mateo, donde iban los veteranos de Figueroa, entre los cuales se hallaria Cervantes, descolló en aquella victoria. En fin, ambos hermanos hicieron tambien la campaña de 1583, y se hallaron en el ataque de la Tercera, tomada por asalto. Sobresalió en aquel trance Rodrigo de Cervantes, arrojándose con los primeros á la playa, y mereció el grado de alférez al regreso de la escuadra.

En medio de aquella situación ínfima, que solo su esclarecido mérito podia realzar, hallándose escaso de haberes, se mostró Cervantes bien hallado en Portugal, donde, durante la invernada, terciaba en las tertulias principales, tuvo entonces en una dama de Lisboa una hija natural, llamada Doña Isabel de Saavedra, que siempre llevó consigo, aun despues de casado, sin que tuviese mas sucesión.

El amor fué el móvil que atrajo á Cervantes al cultivo de las letras. En un intermedio de sus campañas trabó conocimiento con una señorita hidalga del pueblo de Esquivias en Castilla, llamada Doña Catalina de Palacios Salazar y Vozmediano. Se enamoró, y tuvo arbitrio, en medio de la vida atropellada de soldado, para componerle el poema de la Galatea. La apellidó égloga, siendo una novela pastoril por el rumbo de aquel tiempo; y bajo nombres supuestos, fué refiriendo sus propias aventuras y alabando los ingenios contemporáneos, y ante todo agasajando á su dama con aquel garboso galanteo. No cabe duda en que, al remedo de Rodrigo de Cota, autor de la Celestina, y al de Jorge de Montemayor, autor de la Diana, segun testimonio de Lope de Vega, Cervantes, encubierto bajo el nombre de Elicio, zagal de las orillas del Tajo, retrató su amorío con Galatea, zagala riberana tambien del mismo rio. Es igualmente indudable que los demas zagales introducidos en la fábula, Tirsis, Damon, Meliso, Siralvo, Lauso, Larsileo y Artídoro, son Francisco de Figueroa, Pedro Lainez, Don Diego Hurtado de Mendoza, Luis Galvez de Montalvo, Luis Barahona de Soto, Don Alonso de Ercilla, Andrés, rey de Artieda, amigos todos, y escritores mas ó menos afamados de aquel tiempo. La Galatea, de que no tenemos mas que la primera parte, se hace reparable por su lenguage castizo, sus descripciones placenteras, y el primor de sus rasgos amorosos. Mas los zagales de Cervantes son sobradamente eruditos y filósofos, y la fecundidad de su ingenio va hacinando episodios con desconcierto y desaliño. Reconviénese á sí mismo Cervantes con estos achaques en el prólogo de su pastoral, con ánimo tal vez de evitarlos en la segunda parte, que prometió repetidamente, y nunca llegó á realizar.

La Galatea, dedicada al abad de Santa Sofía, Ascanio Colona, hijo de Marco Antonio Colona su antiguo almirante, salió á luz á fines de 1584; y el 14 de Diciembre del mismo año, Cervantes, de edad á la sazon de treinta y siete años, se desposó con la heroina de su poema. Habia fallecido el padre de Doña Catalina Palacios Salazar, y la viuda ofreció en los desposorios de su hija aprontarle un dote decoroso en bienes muebles y sitios. Cumpliólo así dos años despues, y en la carta dotal, otorgada el 9 de Agosto de 1586, ante el notario Alonso de Aguilera, Cervantes dotó igualmente á su muger en cien ducados, que dice era el décimo de sus haberes.

Despues de tanto servicio, á cual mas esclarecido, sale del ejército soldado raso como habia entrado, se avecinda en Esquivias, cuyo tedio desespera á sus ímpetus, y teniendo ademas que aumentar con su trabajo sus escasas rentas, vuelve Cervantes á sus primeras cabilaciones y á las tareas de su mocedad. Como manchego, va y viene á Madrid, y viene casi á residir de asiento en aquella capital. Traba ó renueva amistad con Juan Rufo, Lopez Maldonado, y sobre todo con Vicente Espinel, autor de la novela de Marcos de Obregon, que Le Sage vació en gran parte en su Gil Blas; y aun se hace probable que fué de una especie de aca-

TOMO I. B