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Capítulo I.
se suelen dar á los príncipes.—El mio, señor rapador, dijo Don Quijote, no será impertinente, sino perteneciente.—No lo digo por tanto, replicó el Barbero, sino porque tiene mostrado la esperiencia que todos ó los mas arbitrios que se dan á su Magestad, ó son imposibles, ó disparatados, ó en daño del Rey ó del reino.—Pues el mio, respondió Don Quijote, ni es imposible, ni disparatado, sino el mas fácil, el mas justo y el mas mañero y breve que puede caber en pensamiento de arbitrante alguno.—Ya tarda en decirle vuesa merced, señor Don Quijote, dijo el Cura.—No querria, dijo Don Quijote, que le dijese yo aquí agora, y amaneciese mañana en los oidos de los señores consejeros, y se llevase otro las gracias y el premio de mi trabajo.—Por mí, dijo el Barbero, doy la palabra para aquí y para delante de Dios de no decir lo que vuesa merced dijere á Rey ni á Roque, ni á hombre terrenal: juramento que aprendí del romance del Cura, que en el prefacio avisó al Rey del ladron que le habia robado las cien doblas y la su mula la andariega.—No sé historias, dijo Don Quijote; pero sé que es bueno ese juramento, en fe de que sé que es hombre de bien el señor Barbero.—Cuando no lo fuera, dijo el Cura, yo le abono y salgo por él, que en este caso no hablará mas que un mudo, so pena de pagar lo juzgado y sentenciado.—¿Y á vuesa merced quién le fia, señor Cura? dijo Don Quijote.—Mi profesion, respondió el Cura, que es de guardar secreto.—Cuerpo de tal, dijo á esta sazon Don Quijote, ¿hay mas sino mandar su Magestad por público pregon, que se junten en la corte para un dia señalado todos los caballeros andantes, que vagan por España, que aunque no viniesen sino media docena, tal podria venir entre ellos, que solo bastase á destruir toda la potestad del turco? Estenme vuesas mercedes atentos, y vayan conmigo. ¿Por ventura es cosa nueva deshacer un solo caballero andante un ejército de docientos mil hombres, como si todos juntos tuvieran una sola garganta, ó fueran hechos de alfeñique? Si no díganme, ¿cuántas historias están llenas destas maravillas? Habia, enhoramala para mí, que no quiero decir para otro, de vivir hoy el famoso Don Belianis, ó alguno de los del inumerable linage de Amadis de Gaula, que si alguno destos hoy viviera, y con el turco se afrontara, á fe que no le arrendara la ganancia; pero Dios mirará por su pueblo, y deparará alguno, que si no tan bravo como los pasados andantes caballeros, á lo menos no les será inferior en el ánimo: y Dios me entiende, y no digo mas.—¡Ay! dijo á este punto la sobrina, que me maten si no quiere mi señor volver á şer ca-
TOMO II.
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