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Don Quijote.

ballero andante.—A lo que dijo Don Quijote: Caballero andante he de morir, y baje ó suba el turco, cuando él quisiere y cuan poderosamente pudiere, que otra vez digo que Dios me entiende. A esta sazón dijo el Barbero:—Suplico á vuesas mercedes que se me dé licencia para contar un cuento breve, que sucedió en Sevilla, que por venir aquí como de molde, me da gana de contarte. Dió la licencia Don Quijote y el Cura, y los demás le prestaron atención, y él comenzó desta manera:

En la casa de los locos de Sevilla estaba un hombre á quien sus parientes habian puesto allí por falto de juicio: era graduado en cánones por Osuna; pero aunque lo fuera por Salamanca, según opinión de muchos, no dejara de ser loco. Este tal graduado al cabo de algunos años de recogimiento se dio á entender, que estaba cuerdo y en su entero juicio, y con esta imaginación escribió al arzobispo, suplicándole encarecidamente y con muy concertadas razones, le mandase sacar de aquella miseria en que vivía, pues por la misericordia de Dios habia ya cobrado el juicio perdido; pero que sus parientes, por gozar de la parte de su hacienda, le tenian allí, y á pesar de la verdad querían que fuese loco hasta la muerte. El arzobispo, persuadido de muchos billetes concertados y discretos, mandó á un capellán suyo se informase del retor de la casa, si era verdad lo que aquel licenciado le escribia, y que asimesmo hablase con el loco, y que si le pareciese que tenia juicio, le sacase y pusiese en libertad. Hízolo así el capellán, y el retor le dijo, que aquel hombre aun se estaba loco, que puesto que hablaba muchas veces como persona de grande entendimiento, al cabo disparaba con tantas necedades, que en muchas y en grandes igualaban á sus primeras discreciones, como se podia hacer la esperiencia hablándole. Quiso hacerla el capellán, y poniéndose con el loco, habló con él una hora y mas, y en todo aquel tiempo jamas el loco dijo razon torcida ni ditparatada; antes habló tan atentadamente, que el capellan fué forzado á creer, que el loco estaba cuerdo: y entre otras cosas que el loco le dijo, fué que el retor le tenia ojeriza, por no perder los regalos que sus parientes le hacian, porque dijese, que aun estaba looo y con lúcidos intervalos, y que el mayor contrario que en su desgracia tenia, era su mucha hacienda, pues por gozar della sus enemigos ponian dolo, y dudaban de la merced que nuestro Señor le habia hecho en volverle de bestia en hombre. Finalmente él habló de manera, que hizo sospechoso al retor, codiciosos y desalmados á sus parientes, y á él tan discreto, que el cape-