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EL JARDÍN DE LOS CEREZOS
Gaief.
Aquí huele a pachulí.
Ania. (Sale de su habitación.)
He decidido irme a dormir. Buenas noches, mamá. (La besa.)
Lubova.
Angel querido, ¿estás contenta de hallarte de nuevo en casa? A mí se me figura un sueño.
Ania.
Adiós, tío.
Gaief. (Besando la mejilla y la mano de Ania.)
Que Dios te bendiga. ¡Cómo te pareces a tu madre! (Dirigiéndose a su hermana.) Tú, Liuba, a su edad, tú eras enteramente como ella. (Ania tiende la mano a Lopakhin y a Pitschik, penetra en su habitación y cierra la puerta.)
Lubova.
Debe de estar cansadísima.