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142 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

— Date, pedazo de ladrón.

Contestó:

— Usted se equivoca; yo no soy pedazo de ladrón, yo soy un ladrón completo.


El tirador y el blanco.

Habíanse reunido varios amigos para distraerse en el tiro de escopeta; tocó auno de ellos, muy torpe, hacer la puntería, y al verle otro fué á sentarse en el blanco.

— ¿Qué haces? esclamaron los demás observando su movimiento.

— Nada, señores, tranquilícense Vds. : tirando este amigo, en ninguna parte estoy mas seguro que aquí.


El registro de necedades.

Un joven, tan opulento como escéntrico, llevaba en su casa un libro registro donde apuntaba todas las necedades que en ella ocurrían, ya proviniesen de él ó de sus criados.

El mas atrevido de estos, que se llamaba Severo, le dijo un dia:

— Señor, ¿no dio V. ayer vente mil reales para la compra de un caballo á un chalan á quien V. no ha visto media docena de veces?

— Así es la verdad.

— Pues entonces voy á hacer este asiento en el libro verde.

— Escucha, borrico. ¿Y si me trae el caballo ó el dinero?

— Entonces, repuso el ayuda de cámara, el necio será él, y haremos el asiento á su nombre.


Pensamientos.

Decia un médico:

— Nosotros somos considerados primeramente como dioses, luego como hombres y después como demonios.