años, que quería obtener la cartilla de examen sin sufrirlo.
— Es necesario, dijo el honorable examinador, cubrir cuando menos las formalidades y dejar á salvo la conciencia.
— Señor, me han ofrecido que seria aprobado sin examen y no vengo dispuesto á contestar, dijo el mozo.
— Necesito irremisiblemente hacerte una pregunta, una sola ¿lo entiendes? pero si no la contestas no hay cartilla.
— Si es una, venga, contestó el examinando.
— ¿Cuántas estrellas hay en el cielo?
— Eso es fácil, muy fácil; tantas, señor, como pelos tiene mi jaca negra.
— ¡Hombre! ¿Y cuántos pelos tiene?
— Señor, esa es segunda pregunta y V. ha ofrecido hacerme una sola.
Un joven que fué á bañarse por primera vez estuvo en mucho peligro de ahogarse. Alarmado sobremanera esclamó:
— ¡Ah! no volveré á entraren el agua sin aprender antes á nadar.
En un profundo sueño sumergido
Cierto gascón estaba tan dormido.
Que fué preciso para despertarlo
Mas de cuarenta veces menearlo;
Y cuando ya por ñn se hubo logrado
Que el dormilón hubiese despertado
Alguno, que seria su pariente.
Le dijo que su padre, de repente
De espirar acababa en el momento:
Y él respondió: — ¡Jesús, qué sentimiento!
¡Qué pesadumbre que me está aguardando