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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 195

Irritado el padre de su silencio, que graduó de ignorancia, le dijo:

— Picaro, perdiste el tiempo, y en vano gasté tanto para educarte.

Al mismo tiempo lo maltrató de obra; pero el joven recibió sumisamente el castigo, y cuando advirtió sosegada la cólera de su padre, le dijo con dulzura:

— Hé aquí, señor, como no he perdido el tiempo en la escuela de Zenon, pues he aprendido á sufrir pacientemente la cólera y mal tratamiento de mi padre sin quejarme de su injusticia.


Examinar el sol con candil.

Un sugeto se despertó una mañana muy temprano, llamó á su criado, y le dijo:

— Pascual, mira si es de dia.

El criado abrió la ventana y respondió:

— Señor, no se vé nada.

— Majadero, replicó el amo enfadado, yo lo creo; pero enciende una luz y lo verás mejor.


El tribunal de mujeres.

Estableció Heliogábalo sobre el monte Quirinal un senado de mujeres, y nombró á su madre presidente.

Aquel respetable cuerpo conocia de todo lo perteneciente á los adornos mujeriles; de las distinciones délos carruajes según la calidad de cada una; del ceremonial de los saludos entre ellas, y de otros negocios de igual importancia.


La sentencia de un alcalde.

Un periódico del Brasil publicaba hace algún tiempo la sentencia que insertamos á continuación, dictada por un alcalde de monterilla:

«Vistos estos autos, y poniendo los ojos en Dios