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208 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

del número de cigarros que habia de comprar, vuelve corriendo, entra en su casa y vé que Pedro y Nicolasa estaban esperando sin llorar. Los mira Juan, y dice:

— ¡Hola, Perico! ¿esas tenemo? pues ahora todas la peseta la he de emplear en tabaco, y no he de volver en tres horas para darte mas chasco.


El suicidio de un avaro.

Si me ahorco me cuesta un real;
Dos reales sime enveneno;
Y por dos no habrá un puñal,
Si el puñal hade ser bueno.

Temo con bala romper
Mi pobre vital estambre:
Mas barato es no comer.
Es claro, morirme de hambre.


El suelto que no se puede prender.

Un caballero que habia ganado por la noche en el juego, se levantó por la mañana con muy buen humor, llamó á su criado, y cuando lo vio entrar se volvió de espaldas, y arrojando una gran pluma de la cola, dijo:

— Corre, Perico, que se va huyendo ese preso, agárralo vivo ó muerto, y tráelo aquí.

El criado, que no era tonto, principió á dar vueltas por la sala y por el recibimiento; corre de acá para allá, vuelve luego á la presencia de su amo, y soltando en sus barbas otra pluma de la cola, dijo:

— Lo he cogido, señor, aquí lo traigo vivo.


El canónigo y el ladron de trigo.

El arcediano Medina, en la iglesia de Toledo era un hombre notable por sus virtudes, y sobre todo por su caridad evangélica. Sus criados llevaron un dia á su presencia un pobre hombre que les habia