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212 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

— La actividad de algunos hombres es como la del caballo á quien hiere el acicate. El poder estarse quietos no es pequeña rentiira.

— Cuando Mehemet va á la plaza, se vé rodeado de gentes que le aprietan la mano y le dicen afectuosamente: — Dios te guarde, amigo mió: y cuando entra en casa, esclama suspirando: ¡Quién tuviera un amigo!

— Habla poco al que te observe, y observa mucho al que habla poco.

— Cuando entres en una casa, no te sacudas el polvo si antes no han venido á quitarte el bordón dé las manos.

— El que aprieta mucho la naranja, bebe jugo amargo; el que no la aprieta bastante, bebe poco. Solo el prudente sabe beber mucho y beber jugo dulce.


La paga de un sermón.

La hermandad de San Teodoro,
En un sermón agraviada,
Dio al fraile en un plato de oro
Un celemín de cebada.

Dijo el fraile: — Me es muy grato,
Mas peca el precio en inmenso,
Solo, pues, me quedo el plato
Porque os hace falta el pienso.


El yerro de un cazador.

Unos cazadores que perseguían á un lobo en el invierno último lo cercaron y lo acosaron de tal suerte, que el animal, como único medio de salvarse, tomó la dirección de un molino en la ribera del Tajo. Un cazador aprendiz, que detrás de unas zarzas observó un bulto negro, hizo en toda regla su puntería; disparó, y en vez de matar al lobo, mató á la molinera.

A vista de tal catástrofe, el pobre cazador estuvo á punto de desesperarse; sus compañeros se alarmarón,