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224 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

Por ser madre de Xason,
Dueño de tales narices!


El jubón del rey Católico.

Hablaba D. Fernando el Católico con algunos caballeros de su corte sobre los gastos y precios de las cosas.

— Los trajes, dijo uno de ellos, nos cuestan un sentido.

El rey se sonrió, y como hablando para sí, dijo:

— ¡ Afi! buen jubón, que me has roto tres pares de mangas.


El arte de remozar.

Un hombre, que empezaba á encanecer, se presentó á pedir una gracia á Adriano, y se la negó.

Poco tiempo después, aquel mismo hombre, que se habia teñido de negro los cabellos, volvió á pedirle la misma gracia.

Conociólo el emperador, y le dijo:

— Ya se la negué á tu padre.


Los sabios aman.

Preguntó una joven á Zenon:

— ¿Los sabios también aman?

— Muy desgraciadas seríais las hermosas, respondió, si en el altar de vuestra hermosura solo quemasen incienso los necios, gente que no sabe amar, pero que está muy enseñada á aborrecer.


El hurto incompleto.

Se confesaba un labriego de que habia hurtado trigo a su convecino el alcalde.

— ¿Es el hurto de mucha consideración? preguntó el confesor.

— ¡Vah! una cosa regularcilla, padre.