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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 23

ayuntamiento á la sesión permanente y el maestro á redactar una nueva esposicion mas luminosa y con mas datos.

— No comprendo, decia el obispo al oirla, las exigencias de estos honrados vecinos; tienen un cura que les dice misa y un poco de sermon por añadidura, y no están contentos. ¿Pues qué quieren?

— Quieren, dijo un sacerdote entrando, que la misa no se diga, sino que se celebre, y que el poco de sermon se predique.

Este sacerdote era el verdadero cura, que esplicó el suceso y su detencion por una enfermedad; desde entonces está en su curato, y el truhan del soldado en un presidio.


De qué mujer debe tener celos un marido.

Novio. Vi de mis primas los cielos
Y á decir verdad, señor,
Tengo á Eugenia tanto amor.
Que aun los hombres me dan celos.

Suegro. Aunque esas cosas me dan
Enfados, he agradecido
Que os entreis á ser marido
Por las puertas de galan;
Pero ha de ser con cordura,
Que celos no ha de tener
Un hombre de su mujer.

Novio. Pues de cuál ¿de la del cura?


La economía doméstica.

Un labrador viudo, y con su casa andante y volante, contrajo matrimonio con una jóven lindísima, pero no tan rica como el. La novia, no atreviéndose por completo á ser desde el primer dia la dueña de la casa, dijo á su marido:

— ¿Qué cena quieres que le dé al criado?

El marido repuso con tono de gran señor: