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24 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

— Chica, hoy gasta y derrocha, que para eso es el dia de la boda. Y añadió: Dale media sardina, aunque se reviente.


Un caballero instruido.

Pidió una criada de servicio á un caballero, en la casa de correos, que leyera una carta que acababa de recibir. El caballero, que tal lo parecia, cogió la carta, la abrió, la miró y comenzó á llorar.

La criada, viendo aquel llanto, creyó que lo motivaba alguna desgracia suya comunicada en la carta, y principió también á llorar.

Al mismo tiempo, un aprendiz de remendon que enamoraba á la chica, y esperaba para casarse la licencia de los suegros, creyó que venia negada, y completó el terceto llorando á lágrima viva, y arrojando mas agua que lleva el canal de Isabel II.

— Pero, señor, dijo la jóven al caballero; hable usted, por Dios; ¿es que escribe mi padre que se ha muerto, ó mi madre ó mi hermana?

— Qué me importan su padre ni su madre, dijo el caballero con desprecio. Lloro, porque un caballero como yo, asómbrese V., no sabe leer.


Pensamientos profundos.

Dicen algunos que las ofensas deben lavarse con sangre. Esta legía podrá blanquear mucho, pero hace agugeros.

Mucho mejor que tirar de una carreta es tirar de una pierna asada de carnero.

Nada saben hacer las mujeres tan bien como lo que hacen sin haberlo aprendido.

Se encuentran en el mundo muchas gentes que dicen: — Haga V. el favor de prestarme atencion, — y continúan después: — Haga V. el favor de prestarme un duro.

Estoy convencido de que el pais en que mas