Página:El libro de los cuentos.djvu/255

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 255

sus amigos que se reconciliase con su enemigo, y habiendo conseguido convencerlo, se lo llevaron y lo abrazó con grandes demostraciones de cariño.

Dieron después el parabién al enfermo por aquel acto de arrepentimiento, y él respondió :

— Cuanto pude hice porque se le pegase el tabardillo, y no lo conseguí: paciencia.


Adivinanzas.

61 — ¿En qué se parecen las mujeres hermosas á los abogados?

62 — ¿Cuáles son los pensamientos mas profundos?

63 — ¿Cuántas vueltas dá un perro cuando se vá á dormir?

64 — ¿Qué es lo que puede dar un hombre a una mujer sin tenerlo?


El incrédulo y la medicina.

Vivia en Salamanca un catedrático de fama, llamado el comendador griego, hombre prudente y esperimentado, que murió de mucha edad, aunque nunca se curaba por parecer de médico. Estaba enfermo en cierta ocasión, y tan importunado fue por sus amigos para que llamase uno, que por no aparecer terco y pertinaz, consintió en que lo visitase. Hecha la relación de su enfermedad, el médico le miró la lengua, le tomó el pulso, vio la orina y dispuso que tomase unos jarabes que recetó. El criado trajo su botella, pero nuestro catedrático, en vez de tomar la medicina, la mandó echar en el servicio, disponiendo que cada dia se hiciese lo mismo, conservándolo todo hasta que ordenase otra cosa.

Pasados algunos dias, el médico creyó que nuestro catedrático estaba bien preparado, y le mandó tomar una purga, que fue también al mismo sitio