Página:El libro de los cuentos.djvu/259

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 259

amo en semejante peligro, digo que tiene mucha razón, pero si no lo dice, lo tratado es tratado y á ello me atengo.


El noble y el plebeyo.

Un hidalgo pobre que se había casado con la hija de un labrador rico, porque le dieron gran dote, solia decir:

— Este casamiento es como morcilla; yo he puesto la sangre y el suegro las cebollas.


El burro encantado.

Cuatro estudiantes ayunos de estómago, rotos de vestido y vacíos de bolsa, pedibiis andando se dirigían á una feria con la dulce esperanza de comprarse nuevas hopalandas y de sacar la tripa de mal año.

Andar y mas andar, hablan pasado veinte y cuatro horas sin tomar otra cosa caliente que agua fria, no sirviéndoles de nada aquel axioma estudiantil que dice:

Intellectus aprietatus, discurrit qui rahiat; porque la picara fortuna, por mas que discurriesen, no les presentaba ocasión.

La del anochecer era ya la hora en que se cumplía la veinte y cuatro de su ayuno, cuando en las inmediaciones de cierta alquería divisaron una noria, y haciéndola dar vueltas, con perdón sea dicho, un pacífico y bien alimentado jumento.

— Cena tenemos, dijo el mas despejado de los cuatro.

— ¿En dónde?

— En la noria,

— ¡Ah! ¿piensas acaso que nos gusta la carne de burro?

— Yo me entiendo y Dios me entiende.

— Esplícate.

— Falta tiempo, mirad: quitemos el burro de la