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260 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

noria, yo me pondré á tirar de ella, y no me hagáis objeciones. Tomad vosotros el burro, puesto que nadie io cuida, llevadlo á la feria, vendedlo, y esperadme; pronto me incorporaré con vosotros.

Dicho y hecho; desenganchan el burro y se lo llevan; nuestro estudiante ocupa su puesto y continúa haciendo dar vueltas ala máquina.

Poneos ahora en su lugar, y veréis que la situación podia no ser dramática pero envidiable menos. El peso era mucho y el estudiante se cansó pronto; el sonsonete del esquilón cesa, y el pobre labriego sale con un garrote de dos varas para hacer recordar la lección al malhadado jumento. Llega á la noria; mira, se detiene, abre unos ojos como los del puente de Toledo, se santigua y esclama:

— ¡Válgame Dios! ¿Se ha vuelto mi burro presona?

Principia á hacerse cruces y echar bendiciones por si era brujería, pero el estudiante se queda estudiante, y el burro no parece.

— ¡Ah! ya te entiendo, asno marrullero, dice después; esta es alguna de tus invenciones para no trabajar, pero ya veremos si la vara te sabe corregir.

— Detente, grita el estudiante, ¡labriego descorazonado!

— ¡Hola! ¡hola! ¿conque sabias hablar y no me lo has dicho?

— Detente, prosiguió el estudiante con voz hueca; porque yo no soy tu burro.

— ¿Pues de quién? ¿del alcalde?

— Óyeme; yo era y soy un estudiante; pero unamaldita encantadora me convirtió en burro porque no queria estudiar.

— ¡Calla! ¿De veras?

— Lo que oyes.

— Pues yo creia, dijo el labrador con malicia, que para convertir en burro al que no estudia, no se necesitaba encantadora.

— Eso seria antes, replicó el estudiante medio