A fuerza de hacerle señas
Que por complacerme á mí
Descendiese de sus breñas.
Ya veis, dijo, bien patente
Sin que nadie la destruya
La razón de mi cliente,
Es decir, la cabra es suya.
Y por justa consecuencia
Daréis y estoy muy seguro
A su favor la sentencia
Y pido costas y juro.
Claro es con tales razones
Que era el triunfo natural,
Pero esto va en opiniones
Y tuvo otra el tribunal.
¡A quién nunca ha sucedido
(Vamos, de cólera rabio)
Haber el pleito perdido
Por ser su abogado sabio!
Encargáronle á un fraile chistoso que predicase en la fiesta de Nuestra Señora de la Concepción.
Llegó el dia; subió al pulpito, y viendo que estaba desamparada la iglesia, pues no tenia mas de tres ó cuatro personas, dijo:
— Señores, Vds. perdonen que yo me baje, porque traia estudiado el sermón de la Concepción y no el de la Soledad.
Un labrador, que tenia un pleito, fue á aconsejarse de un abogado amigo suyo; pero este, no confiando en la paga, le envió á decir con el criado que viniese otra vez, porque estaba muy ocupado.
El labrador volvió muchas veces, pero nunca entraba al despacho, disculpándose siempre con sus muchas ocupaciones. Conoció el labrador la