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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 37

caballero francés, dejándole la cara como la noche.

Dan las cuatro de la mañana, entra el criado blanco á despertar á su amo, no se equivoca, le obliga á levantarse y se retira. Enciende el amo luz, y con los ojos apenas abiertos se aproxima al espejo, se mira espantado, se ve negro, retrocede dos pasos y dice:

— ¡Vaya una torpeza de criado! le digo que me despierte á mí y despierta al negro.

Efectivamente, no soy yo, que soy el negro. Pues señor, nos volveremos á acostar.


La religión verdadera.

Un moro de Tetuan preguntaba á un judío.

— Dime, Jacob, con toda imparcialidad: ¿cuál de las tres religiones es la mejor, la judía, la cristiana, ó la mahometana?

El judío contestó:

— Si el Mesías ha venido, la religión verdadera es la cristiana; si no hubiera venido, la mejor era la mia; pero haya venido ó no haya venido, la tuya, Mohamet, siempre es mala.


El rey sarmentador.

En tiempo del rey D. Alonso el Sabio vivia retirado en las inmediaciones de Jeréz de la Frontera el anciano Diego Perez de Vargas, caballero famoso en el reinado de Fernando el Santo. Ponderaron el valor de este caballero al rey D. Alonso y la sencillez y modestia de su vida hasta un grado tal, que deseando verlo por sí mismo, disfrazado y seguido de cuatro caballeros partió una mañana en su busca.

Cuando llegaron á corta distancia de la alquería en que moraba el anciano, los cuatro cortesanos se escondieron, y el rey solo y á pié se dirigió á un cercado contiguo, y mirando por encima de las tapias, vió que el viejo Vargas estaba podando su