Página:El libro de los cuentos.djvu/44

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
44 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

á la plaza de violonchelo habían desairado á un recomendado suyo, les dijo:

— ¿Es posible que hayan tenido Vds. en tan poco mi influencia?

— Señor, le respondieron; no se podia en justicia adjudicar la vacante á un hombre que desafina horrorosamente.

— ¿Y qué es desafinar?

— Se desafina, señor, cuando en vez de colocar el dedo en un punto dado del diapason, se coloca una línea mas arriba ó mas abajo, produciendo un sonido distinto del que se esperaba.

— ¡Válgame Dios, repuso el patrono con la mayor candidez, y en qué poca cosa se paran Vds! ¡En una línea! Si fuera una cuarta...


El abrigo de cristal.

A un caballero que, aunque veia muy bien, llevaba siempre anteojos para echarla de literato, le dijo una señora:

— Tan enamorado lo veo á V. de sus anteojos, caballero, que segun sospecho duerme V. con ellos.

— Es cierto, repuso el jóven; la noche que hace frio, uso de ese abrigo.


El llanto justo.

Caminaba á paso lento por la mañana un muchacho en dirección de la escuela, comiendo pan y avellanas, mientras brotaban de sus ojos lágrimas, como nueces, al recuerdo triste del maestro y de las disciplinas.

Era un pueblo, y en medio de la calle se preparaban á degollar un cerdo de veinte arrobas, consuelo y esperanza de buena primavera para la familia del Camacho rico del lugar.

El pobre cerdo principió á gruñir, porque el lance no era para menos.