el vino, y él y sus amigos tuvieron largos dias gaudeamus de lo lindo.
Llegó el cumpleaños del amo de la casa, examinó el tonel, y lo halló intacto por de fuera, y el lacre y el sello en su lugar. Lo abrió, lo destapó, y ¡oh sorpresa! apenas tenia la mitad del vino que compró.
— Mira, le dijo su mujer, si lo han sacado por debajo.
— Pero no seas necia, respondió el marido; ¿no ves que por debajo no falta vino, sino por arriba?
Daba el hábito á un novicio
Un prior, y en acabando
La ceremonia, le dijo
Muy sesudo y mesurado:
— Ya estás en la religión,
Los afanes, los cansancios.
Los aprietos, los rigores.
Todo es, hijo, el primer año:
Porque despues, con la ayuda
De Dios y la mia, hermano,
Quisieras no haber nacido
Antes que entrar en el claustro.
En el mismo dia de la fiesta encargaron á un nuevo sacerdote el sermon del santo para el año siguiente.
Nuestro jóven midió el tiempo, vió que el año era bisiesto, y lo calculó bastante plazo; porque cierto, 366 dias pueden dar de sí. Compró doscientos sermones impresos, la retórica del padre Granada y la Biblia. Principió á estudiar y estudiar, y á escribir y escribir, sin dejar el libro ó la pluma de la mano, de dia ni de noche.
El año pasó, se repartieron esquelas de convite,