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puerto , donde en ordenada confusión se ven oficiales, soldados, equipajes, marineros, curiosos que aumen tan la vida y movimiento'de la perspectiva que corona Ja vista del famoso castillo del Morro. Escenas seme jantes se repiten ahora con frecuencia á causa de las -expediciones que en varios vapores han salido de nues tros puertos, mandadas por el gobierno para la pacifi•cacion de esta rica é importante antilla, y por eso he mos aprovechado la ocasión de ofrecer la vista de un 'desembarco , ahora que la atención pública se fija en aquella localidad donde tantos intereses afecta su ac tual situación anormal , delicada y llena de peligros.


UN RECUERDO. PARA LA CORONA FÚNEBRE DE LAMARTINE.

Voz doliente, sepulcral
acento en el alma suena ;
la suave brisa del Sena
trae un eco funeral:
j'ed!... el águila caudal
bajó á una tumba su vuelo,
y el dolor, en su desvelo, "
tan tristes lágrimas vierte
que Hora la misma muerte
en su morada de hielo.

____

La plegaria, la oración
se exhala humilde entre tanto,
y á Dios se eleva, con llanto
del ardiente corazón:
¡Qué consuelo! ¡qué emoción!
mi llanto ¡oh mundo! respeta;
escucha la voz secreta
que va acallando tu orgullo;
no profane tu murmullo
el sepulcro del poeta.

____

¡Murió!... no logra lamente
abarcar desdicha tanta,
cuando ansiosa se levanta
para contemplar su frente:
del sentir la rica fuente
hoy agota su tesoro,
y, al gemir el laúd sonoro
con suspiros de agonía,
alza un canto de alegría
de los ángeles el coro.

¡Murió!... de mágica flor
se marchita la existencia,
mas su purísima esencia
sube al trono del Señor:
el aroma embriagador
derrama gérmen fecundo ,
y , entre el éxtasis profundo
que acrecienta la memoria ,
desciende ráuda la gloria
á los desiertos del mundo.

¡Cuán hermosa! En sus albores
á la dulce paz convida ;
es la perla que se anida
en el cáliz de las flores ;
es la luz de los amores ,
que ha encendido el alma inquieta
cuando otra alma la sujeta ;
es del genio la esperanza;
es el ¡ay! que al cielo lanza;
es el alma del poeta.

Alma bella ¿dónde estás?
¿dónde alientas? ¿dónde brillas?
¿de mis cantigas sencillas,
el acento escucharás?
¡ay! tú ya no cantas más;
ya tu voz no al mundo mana,
pero vibra soberana
donde el numen de Dios arde :
¡armonía de la tarde ,
que recuerda la mañana!

Ya no es eco funeral
el de las brisas del Sena;
ya en el alma no resuena
un acento sepulcral :
¡Ved!... el águila caudal
de la tumba alzó su vuelo ,
y el dolor, en su consuelo ,
tan dulces lágrimas vierte
que lleva la misma muerte
en su morada de hielo.

No muere la inspiración
que el mudo al cielo levanta;
no muere lo que agiganta
al humano corazón.
La patria de Calderón,
el asombro de la Historia,

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de esta hermosa niña me arrastran á preguntaros: ¿Sois viuda? ¿Sois acaso víctima de algún grande infor tunio? ■—Os creo generoso, y á vuestra hidalguía entrego una confesión siempre humillante. Sirva de expiación á una falta de que en realidad no soy responsable.— No; no soy viuda... ni casada.—Dijo, tiñéndose su ros tro de vivísimo carmín.—Soy víctima de una villana se ducción, cuyo fruto es esa pobre niña. Procuro con lá grimas y penitencia y trabajo y amor profundo á m[ DIALOGO DE ULTRA-TUMBA. desventurada hija , extinguir ó atenuar las consecuen cias de un fatal error, y aplacar la cólera divina con Murió Juan de enamorado , mi resignación á las penas que se digne enviarme. Pedro murió de aburrido , ■—¿Vive aun el autor de vuestra deshonra? ¿Habéis y al encontrarse su» almas pensado en la suerte de esta pobre niña si llegáseís á en el áspero camino faltarle, como estuvo á punto de suceder anoche? que une el mundo de los muertos —¡Ah! Dios no me privará de vida y salud, único con el mundo de los vivos , patrimonio de mi hija; no, tiene otro amparo sobre la dijo Juan de mal talante: tierra, y yo no quiero que conozca jamás al autor de su —¡Ay Pedro! ¡estoy convencido! misera existencia. — Y animándose su semblante por tú fuiste en la tierra un sabio: mal reprimida ira, prosiguió:— No; Emilio de Peralta ¡el amor! ¡que desatino! no conocerá jamás á su hija... soñar célicas venturas —¡Cómo! ¿Vuestro seductor es Emilio de Peralta? es un sentimiento indigno —¿Acaso le conocéis? que la razón desconoce , —Pero esto no puede ser... que pretende ser divino —¿Que no puede ser? ¿Me creéis capaz de una im y en los más torpes placeres postura? mancha sublimes deliquios. ■—Perdonad , pero me son tan conocidas las nobles Sentimiento que nos hnje cualidades de ese joven... un eterno paraíso , —¡Demasiado nobles, pardiez! ¡Más nobles de lo que y es la inconstancia su norte, á mi amor convenía y á su honra importaba! y es doña Otra su tipo ; —¡Esto es un sueño! Emilio un seductor... Decidme y es la posesión su tumba , hermosa niña: ¿Sabe Emilio que sois madre? y es el desden su martirio ; —Lo sabe ; como sabe y conoce mi pureza v fide y es la virtud su deseo, lidad. y es la flaqueza su sino ; —Y ¿cómo no ha corrido á unirse á vos? y es la esperanza su gloria , —Ya lo ha intentado; pero inútilmente. y es la realidad su limbo ; —No os comprendo. y de todas las locuras —Porque yo lo he rechazado. es locura tan sin tino —¿Qué causa?... que concluye en matrimonio, —Es que ya no era digno de mí. desenlace archi-ridículo, —Ahora os comprendo menos. Ó abre con una pistola —Antes de proseguir, necesito conocer el origen de la puerta del suicidio, vuestro conocimiento con Emilio. que es el término dichoso —Le conozco, señora, de toda la vida. Somos de una que mi existencia ha tenido. edad; hijos de un mismo pueblo; juntos hemos recibido —Bien se comprende, buen Juan , casi toda nuestra educación y seguido la carrera de las Pedro , contestando , dijo , letras, conservando sincera amistad. que desconoces las penas —Y nunca os reveló... que origina el egoísmo. —¡Jamás! ¥ porque conozco su rectitud y pureza al Yo nada amaba en el mundo oiros pronunciar su nombre he dudado... á escepcion de mi individuo : —Y sin embargo, nada hay mas cierto. para mí las más hermosas —Os creo, señora, os creo, violentando mi opinión eran objetos bonitos ; sobre Emilio. y miraba en la familia —Comprendo esa sombra de duda, que todavía osl un almacén de chiquillos; mortifica, y voy á desvanecerla.—Juradme antes que en la patria una ilusión, cuanto me habéis referido de vuestras relaciones con en la ciencia un desvarío ; Emilio es la verdad. ¿la religión? vanas formas ; —Os juro por la fe de cristiano, por la ventura de ¿el arte? juego de niños : esa hermosa niña que tengo delante, que os lie dicho y asi buscaba en la tierra verdad. ¡a ventura del quietismo. —Os creo. ¿Vuestro nombre? ¡Necio! pronto el corazón —Luis Avellaneda. sintió un horrible vacío, ■—Pues bien, don Luis; voy á daros una prueba fe y vi en el mundo una tumba haciente de la estimación que me inspiráis y de lo que y me morí... de fastidio; ha sido conmigo vuestro Emilio. o dicho sea de spleen —Y acercándose á una cómoda , sacó de ella una en lenguaje mas castizo. preciosa cartera de terciopelo blanco bordado con sedas Iba Juan a replicar ae colores, de la que extrajo un papel que desdobló cuando se escuchó un gemido lentamente y me entregó. que cruzando las esferas Yo conozco perfectamente la letra de Emilio, y al llenó el espacio infinito, punto la reconocí en aquel escrito. Su contenido era y en mal formados acentos una larga manifestación de motivos por haber ocultado aquestas palabras dijo : su nombre hasta aquella fecha, pidiendo de ello perdón ¡Felicidad en la tierra! á la joven, y ofreciéndola, bajo solemne juramento, ¡Sólo amando el sacrificio! consagrar sus relaciones por los vínculos del matrimo Luis Vidart. nio. ¿Qué más podia ofrecer para reparar su falta? Aña Midrid 27 de octubre de 1868. día su vivísimo deseo por conocer el fruto de su amor; cencluyendo con mif cariñosas y humildes protestas de inestinguible pasión. Seguían otra y otras muchas cartas , rogándole en

HEROISMO DE MADRE.

todas tuviese compasión de su amor, y le permitiese vo lar á unirse á ella para siempre, y á posesionarse del ansiado tesoro—asi llamaba á su hija—que tan de de

EPISODIO HISTORICO. recho le pertenecía. (CONTINOACIOK.)

—¿Y qué habéis contestado á estas cartas?—Pre Punto menos que imposible sería dar cuenta deta gunté á la joven. —Ni una palabra, ni una letra. Nada absolutamen llada y minuciosa del largo diálogo sostenido entre mi te.—Me respondió con la mayor entereza. primó y su hermosa desconocida. —Sigo, señora, no comprendiendo. Los ^iros de aquella conversación dieron nuevo —Es muy sencillo: Emilio obtuvo mi amor, y hasta rumbo a lo que, comenzando para Luis por una aven tura vulgar, tomaba el formal aspecto de una ilimitada triunfó de mi virtud, mientras me sostuvo en la ilusión espansion entre dos nobles almas: hasta tal punto, que de ser un igual mió, un hijo del pueblo. La casualidad ya mi primo, reanudando el diálogo, se acercó á la cu- hizo que, consumada mi desdicha, sorprendiese su nita donde dormía el sueño inocente de la primera verdadera posición social: supe que era el primogénito edad una hermosa niña de poco mas de un año, y es de una ilustre y noble familia, y por consiguiente que tampó sus labios en la pura frente de aquel ángel, pre estaba llamado á ostentar un día un título de nobleza. Este descubrimiento hizo ya imposible toda comunica guntando á la madre: —Sirva de recompensa á mi insignificante servicio ción con mi seductor, condenándome á perpetua y la respuesta que os demando, señora, á impulsos de un cruel deshonra. —¿Por qué, señora? deseo vehemente por seros útil en algún modo.—Os he —Porque la desigualdad de clase forma una terrible oído hablar de amargos recuerdos: ellos, y la presencia al consagrar la memoria de otro genio tan sublime, también recuerda que gime bajo el peso de la gloria. Luciano García del Real.