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a la influencia de la sociedad actual sobre el genio, no filia al artista de nuestros dias un porvenir en que po der desarrollar los conceptos de su imaginación; atén gase á esa misma sociedaa, estudíela, contémplela como simple espectador sin tomar parte en la escena, que ella reclamará al arquitecto y elegirá á aquel que en la distribución (le sus edificios sepa darles, en el deco rado y en su elegancia, el carácter de las creencias, i leas, usos , costumbres , tendencias 6 instintos mo dernos. La otra parte que en arquitectura guarda relación ci»n las ciencias exactas y naturales , tiene su base en la economía y en la distribución, que proceden de la avaricia del capitalista y del propietario; de modo que ri arte, en esta esfera, está en razón inversa de la conciencia y de la pericia. Domingo Ynza.

JOYAS Y ALHAJAS. DE LAS Hl DRAS PRECIOSAS EN LA ANTIGÜEDAD. Quédannos algunos vestigios del gusto por las pie dras preciosas en la mas remota antigüedad, y aunque no puede determinarse con seguridad el punto donde se descubrieron, ni las naciones ó individuos que las usaron primitivamente, convienen muchas circunstan cias en designar á la India como su pais originario. Allí tienen asiento todo lujo, todas las raras y bellas producciones de la naturaleza á que el hombre conce de mayor estima; todo cuanto puede lisonjear los sen tidos y halagar la vanidad , así como toda riqueza en plantas, flores, perfumes, animales, pájaros, insectos, piedras preciosas y perlas. Los países mas ricos y fér tiles del mundo se hallan en Asia: el Asia Menor; las provincias del imperio de la Nueva Persia, desde el Ti gris al Indo, el Norte del Indostan con las dos penín sulas á ambos lados del Ganges, Tibet y la China pro piamente dicha. Desde tiempo inmemorial se han hallado los dia mantes y las piedras preciosas en estas regiones favo recidas por la naturaleza. En la mitología de los indoslanes, las piedras preciosas representan un gran papel y figuran en sus tradiciones sagradas, en sus poemas y en sus leyendas. Vischnou está representado por un joven de color azul radiante de luz. En una de sus cuatro manos tiene una concha, en otra una flor del loto, en la tercera una clava, y en la cuarta un anillo, Sudarsim , que con las piedras preciosas que brillan en su pecho difunde un resplandor que ilumina todo el Vaitonta ó templo sagrado. La descripción de la ciudad de Ayodhya (1), en el poema Ramayana, da una idea del lujo, esplendor y alto grado de" civiliza ción de aquella remota edad, cuando estaba llena de comerciantes y artesanos de todas clases, y se encon traban allí en gran abundancia el oro, piedras precio sas y otras ricas producciones, y todos usaban maguíticos trages, brazaletes y costosos collares. La época á que se refiere el poema , corresponde á ilos mil años antes de Jesucristo, cuando la India cayó bajo la dominación de conquisladores de una raza mas civilizada que habitaba las elevadas montañas que ro dean el Norte de la India. Quizá pudiéramos tachar de hiperbólico al autor del poema indio por los recarga dos colores con que píntala riqueza de aquel pais, si no los halláramos comprobados por una descripción que nos queda de un grave historiador de aquel paraí so terrenal. «Los pájaros, allí, dice Quinto Curcio, aprenden ú hablar con facilidad ; los elefantes son ma yores que los de Africa, y su fuerza corre parejas con ia magnitud del cuerpo ; los lechos de los ríos son de «iro, y las aguas se deslizan en ellos suavemente como si temieran remover las preciosas arenas; el mar arroja .-i su orilla abundantes perlas y preciosas piedras, y hé aquí de dónde procede la gran riqueza de aquellos ha bitantes, especialmente desde que comunicaron su sun tuosidad á los estranjeros, porque nada de cuanto mas rico espuma el mar y la tierra cria, tendría valor algu no , si el lujo no tendiera sus manos ávidas de reci birlo. Allí, como en todas partes, la imaginación del hom bre participa de las condiciones del clima y situación «leí pais: los habitantes usan trages de hilo, largos hasta los pies, sandalias y turbantes: los que se distinguen par su nacimiento ó riqueza , llevan aretes de piedras preciosas y brazaletes de oro ; cuidándose mucho las cabelleras, y tienen en gran estima una cabeza ador nada con esmero : déjanse crecer el pelo de la barba propiamente dicha, y se afeitan el resto de ella. El lujo de sus reyes, que ellos llaman magnificencia, escede al de todas las naciones. Cuando el rey aparece en públi co, le preceden algunos camareros que con incensarios de plata van perfumando el ambiente; llévanle en una litera guarnecida con guirnaldas de perlas que cuelgan (1) Opilal de la provincia del mismo nombre en la India supe rior. Se dalla su descripción en el Itamayana, poema de la conquista tir la India, pnr llama, a quien el diablo le arrebato su mujer. El Mahábharala y el llamayana sen las dos mas grandes epopeyas de la an tigua India; poemas que han alcanzado basta nuestros tiempos.

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por los cuatro lados; su trage es una ropa talar de hilo empleaba el tiempo en ejercicios propios para el desar bordada de oro y purpura : rodean la litera guardias rollo de sus fuerzas físicas y el aniquilamiento de las armados, y muchos de ellos llevan ramas de árboles gracias de su sexo. Por una contradicion singular , las en las que se ven perchados pájaros de diferentes cla débiles mujeres que en Atenas ejercían tanto imperio ses que con sus cantos le distraen y regocijan. Su pa sobre los mas nobles y sabios hijos de aquel pueblo, no lacio se eleva sobre columnas de oro circundadas de podían mostrarse en público adornadas de costosas jo vides del mismo metal, con pájaros de plata entre su yas, al paso que en Esparta sólo se permitía su uso á follaje. La morada del rey está abierta á todo el mundo, esta clase de mujeres, pues á las honorables matronas y mientras le adornan la cabellera, da audiencia á los y doncellas todo género de adorno les era prohibido. No sólo hallamos en las memorias de los primitivos embajadores y administra la justicia publica. Cuando le descalzan las sandalias , le ungen tos pies con los tiempos del mundo antiguo vestigios de la pasión del hombre por las joyas, y de su admiración por las pie mas delicados perfumes.» El mismo autor en la descripción de la corte en el dras preciosas : en las tradiciones de tiempos muy re campo de Darío, nós da testimonio del gusto de los motos de la América del Sur, en los vestigios antiguos persas por las piedras preciosas, de la cantidad de ellas de Méjico y del Perú, y aun en las ruinas de ciudades que poseían y del uso á que las destinaban:—■ florecientes un dia, que la perseverancia de los viajero'; «La caballería, armada á la usanza de doce naciones modernos han sacado á luz de entre los escombros de diferentes, marchaba en un sólo cuerpo seguida de las florestas primitivas, se ha encontrado la evidencia de tropas llamadas por los persas «los inmortales.» EJ nú que aquel gusto dominó también en el hemisferio oc mero de todos ellos asciende á diez mil hombres, y su cidental. En efecto, el estudio de las piedras precios: s magnificencia era superior á la de todas las milicias de nos conduce á establecer la analogía consignada por al las demás naciones bárbaras. Llevaban collares de oro gunos sabios entre las estinguidas razas de la América y vestidos tejidos de oro, chaquetillas con manga guar del Sur y los judíos del tiempo de Salomón, y á probar ' la hipótesis que atribuye á ambas el mismo origen. En necidas de pedrería. A corta distancia seguia el primo del rey á h cabeza ambas las insignias de la soberanía y del poder , eran de quince mil hombres , vestidos más de mujeres que casi las mismas, y ambas usaban de las piedras precio de hombres, y con un aparato mas notable por la exu sas con igual predilección, como símbolos y término; berancia del lujo que por su aspecto guerrero. Detrás de comparación. El siguiente estrado de una obra n > de éstos venian los Daríforos conduciendo el manto publicada todavía (1), muestra la semejanza de sus real y precediendo al rey que les seguia en un carro, costumbres y ritos en este particular. «El ephod, el racional, la mitra, el cinturon y hábi como elevado sobre un trono. Los costados de este carro mostraban en bajo-relieves de oro y plata las efi tos pontificales de los hebreos, eran de la misma forma gies de varios dioses; y sobre su yugo, tachonado de que los ornamentos de los pontífices mejicanos, y coir.o piedras preciosas, se elevaban de un codo de altura las ellos, ricamente bordados y adornados de pedrería. de Niño y Belo, entre las cuales una sagrada águila de • Además de los numerosos dibujos y esculturas que oro estendia sus alas en actitud de lanzarse al espacio. representan los antiguos ornamentos pontificales de los Todo este aparato , sin embargo , no era nada compa mejicanos, semejantes en un todo á los que se precep rado con la suntuosidad del rey. Vestía una túnica de túan páralos sacerdotes hebreos en el capítulo XXVIII púrpura bajo la cual caia en undosos pliegues su ro del Exodo, nos encontramos de nuevo con estas vesti paje recamado de oro, en el que se veian representa mentas bordadas de piedras preciosas y perlas, en el dos dos' gabilanes en el acto de lanzarse á la pelea. De manuscrito de Bodleían en las antiguas pinturas meji su cinturon de oro, semejante al que usan las mujeres, canas, en la Biblioteca de Dresden , en la de Oxford, pendía un alfange, cuya funda estaba engastada de y en la colección Mendoza, piedras preciosas tan artística y primorosamente mon i »Las insignias del poder eran las mismas en ambas tadas que parecían como cuajadas en una pieza. Lleva naciones, y consistían en corona, brazaletes, cetro, ba en la cabeza la tiara azul entrelazada de blanco, que sandalias y manto real, es la corona real, llamada Cydarit por los persas. Diez j »La corona real de los mejicanos y hebreos tenia mil piqueros con piets de plata adornadas de oro se mas semejanza con la mitra sacerdotal que con la co guían al carro real. A cada lado de éste marchaban rona de los soberanos de Oxídente. El copilli y los como doscientos de sus parientes mas cercanos, y brazaletes americanos^ están representados en la plan treinta mil peones formaban la vanguardia de su ejér cha 57 de la colección Mendoza. En otros varios dibujos hallamos todos los diferentes artículos de la cito.» Lib. III, cap. III. Entre los regalos presentados á Alejandro por el sá vestidura real y ornamentos de los antiguos pontífices trapa Lrsines, había carros incrustados de oro y plata, (soberanos de Anahuac), tales como la diadema, ce piedras preciosas, vasos de oro de gran tamaño y pri tro, manto, brazaletes, cinturon, sandalias, todo rica morosamente trabajados, ropas de púrpura de Tiro , y mente bordado de oro y tachonado de piedras pre ciosas. cuatro mil talentos en moneda. »Los sellos pendientes de los brazos, y el racional, El antiguo bello sexo de Egipto hace cuarenta siglos era tan apasionado por las joyas, como pueden serlo hoy son ■enteramente de origen hebreo, y se usaron del dia las mujeres del harem del virey. Las joyas halladas mismo modo entre los monarcas mejicanos. Esto sí1 en los sarcófagos atestiguan que las mujeres de aque espresa con toda claridad en las Escrituras. »K las alarás como por señal (sello) en tu mano llos remotos tiempos se adornaban con diademas de perlas, collares de cuatro vueltas de piedras preciosas (brazo), y estarán y se moverán entre tus ojos. Deuy gargantillas de oro: llevaban además brazaletes y aros teronomio, VI. 9. nAsentad estas mis palabras en vuestros corazones, de oro con adornos de ámbar y pendientes de tres caídas. Los hombres llevaban los dedos cargados de y en vuestras almas, y tenedlas pendientes por señal (sello) en vuestras manos, (brazos) y ponedlas entre anillos. Isaías nos da noticia de que el ajuar de las jóvenes vuestros ojos. Deut., XI, 18. •Esta era también costumbre mejicana, como sabe hebreas era tan abundante como puede serlo el de cualquiera de sus bellas descendientes del siglo XIX: mos por testimonio de Cortés , Bernal Diaz, Sahagun, el profeta las amenaza con la pérdida de sus «calzados, Torquemada y otros, así como por las antiguas pintu y las lunetas, y los collares, y los joyeles, y los braza ras en papel maguey y los restos de efigies plásticas. letes, y los bonetillos, y los partidores de pelo, y el Los ornamentos imperiales de Motezuma, diferian muy atavío de las piernas, y las gargantillas, y los pomitos poco de los de Moquitucíx. Los Incas del Perú hacían do olor, y los zarcillos, y los anillos, y las piedras pre uso también de los Quipos, el Pscheut omnipotente de ciosas que cuelgan de su frente, y las ropas de remuda, los Faraones de Egipto, como insignias sagradas de la y las manteletas , y las gasas, y las agujas, y los espe dignidad real.» «Existen sellos y anillos mejicanos con la constela jos, y los lienzos delicados, y las cintas y los vestidos de verano,» donde se ve que las joyas y piedras pre ción Piscis grabada en piedras linas. Los antiguos me jicanos, como los hebreos, esperaban la venida del ciosas entraban con gran profusión. El Antiguo Testamento consigna también el gústo Mesías, el «Quebrantador de la Serpiente,» cuyo adve de los fenicios por las piedras preciosas. La magnifi nimiento debía ocurrir durante la conjunción de Júpi cencia de los tirios señores , exigía en su atavío nada ter y Saturno en Piscis, signo protector de la Siria y la menos que nueve piedras, un sardio, un topacio, un Palestina. ' «Según la cosmografía de los Quiches, el segundj diamante, un berilo, un ónix, un jaspe, un zafiro, una rey de aquella poderosa nación americana, se llamaba esmeralda y un carbunclo. Casi no es preciso decir que en Esparta las joyas «cocaoib,» que quiere decir, magnífico ornamento. Su no merecían grande aprecio como en nación donde las riqueza en joyas era inmensa. «Otro antiguo rey de los Quiches, se llamaba «cuvaleyes de Licurgo proscribían todo refinamiento en las artes, eran un crimen el lujo y la elegancia, y cuyos tepeclu ó siete signos. «Noli» indicaba uno de los habitantes que se alimentaban con el negro gigote tra signos del antiguo Zodiaco, y era emblema de la razón, dicional desconocían la comodidad del lecho, dormían la inteligencia, la sabiduría y la prudencia. El rey Yusobre cañas en viviendas de madera toscamente cons cum-NQh-Cuvatepech llevaba este signo grabado en truidas, y no se mudaban los vestidos en ninguna es un smaragdus ó esmeralda, como el mas precioso ador tación. Pero los diferentes estados de la Grecia dife no y mas propio símbolo de su rango. «Votan—el corazón del cielo,—era simbólicamente rian mucho entre sí en instituciones, leyes, costum bres, gustos y opiniones; los atenienses eran tan representado en sus principales templos por una enor civilizados, elegantes, suntuosos y amables cuanto in me esmeralda tallada en la forma de una alada ser civiles, ásperos y descuidados los lacedemonios. Las piente. Su nombre en el cielo era «chalchiluclill,» que bellas atenienses, cuyo único estudio y ambición con sistían en el arte de agradar y fascinar , se pasaban al (I) Zerrisene Rlaetter mis drm Buche den Amcricanlschcn Vivoltocador la mitad del dia. La espartana al contrario, vülkcr—(leschirhte von Tito Visino.