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vive hoy en Inglaterra ningún escritor que más servi cios positivos haya hecho á su patria en su particular esfera que el eminente autor de Pikwick Papers, Nicholas Nicolby,y tantas otras obras, con las que, según manifestó en los brindis lord Dufferin , ha creado nue vos lazos de simpatía entre los hombres. Dickens no ha necesitado recurrir al Olimpo de la ficción en busca de héroes y heroínas fantásticos , sino que ha sabido mostrar cómo la alquimia del genio puede convertir las cosas más comunes y vulgares de la vida en un ver dadero cielo de la fábula y de la poesía. Una falta le echó sin embargo en cara uno de los oradores con esa gracia peculiar de los hijos de Albion cuando improvi san al calor de un suculento beefsteak, y fue que no se hubiese hecho hombre político, y mezclado en las co sas políticas, y en una palabra, llegado hasta el minis terio en gracia y consecuencia de su savoir faire en el departamento novelesco. ¿Era ésto una pulla, ó hablaba el ocurrente lord Houghton con toda la formalidad in glesa? El se lo sabrá ; pero muy seguros pueden estar nuestros lectores, que en concepto de los ingleses , el saber Dickens hacer buenas novelas, no es prueba de que sea buen gobernante. Y vaya usted á borrar de la conciencia de un pueblo ésta que juzga verdad de Pe ro Grullo. Entretanto, mientras los católicos han solemnizado el quicuagésimo aniversario de la entrada de Su San tidad Pió IX en el órden sacerdotal, festejos que en Pa rís han revestido esa magnificencia y gusto propíos de de. la capital de un imperio, los judíos han celebrado el kidousch hakamma ó sea la bendición dol sol, que entre ellos tiene lugar cada veinte y ocho años. Según cálculo de sus rabinos, los cuerpos celestes, después de moverse durante veinte y ocho años, vuelven á ocu par la posición que tenían el primer dia de la Creación, que con arreglo á la Biblia fue el cuarto de la semana. Entonces comienza un nuevo ciclo solar y siempre co mienza en miércoles. De suponer es, según la marcha de las cosas, que cuando llegue el año .'<0o7 de la era judáíca , y el 26 de su mes Nissan, correspondiente á marzo, tendremos en España un kidousch hakamma , con esa solem nidad propia de una ceremonia celebrada por hijos desterrados que después de cuatro siglos de extra ñamiento vuelven al suelo do reposan las cenizas de sus padres. Esto nos trae á la memoria el magnífico y brillante triunfo alcanzado por el señor Castelar en su escara muza sobre libertad religiosa, con el distinguido cam peón de la montaña blanca. Nada prueba mas el des arrollo de los sentimientos de justicia y humanidad que constituyen el fondo de la civilización moderna, que el universal aplauso obtenido por el joven orador de la minoría republicana en lucha con los mas for midables y autorizados adalides defensores del espí ritu intolerante que pide á Dios que aplaste bajo el poder de su diestra á los creyentes de otras reli giones. . Entre nosotros no ha habido en estas ceremonias desde el tiempo de su expulsión, elocuentemente la mentada por el joven orador de la minoría republicana en su escaramuza sobre libertad religiosa con otro ora dor distinguido de la montaña blanca.El Ltoro de la patria, es el título de una nueva colección de poesías del justamente aclamado vate se ñor don Ventura Ruiz Aguilera. En él hay tanto que admiraren punto á sentimiento , entusiasmo, esponta neidad y sencílleZj que sin entrar en un exámen deteni do de las composiciones que le embellecen , creemos hasta decir, que se robustece y agiganta la inspiración y la fibra verdaderamente popular del autor de los Ecos nacionales , y que añade con esta creación un nuevo título á la inmortalidad y una joya nueva á nues tra popular literatura. Muy distinto, pero no distante de merecer buena aco gida por parte del público curioso, es el precioso libro que se ha impreso en la ciudad de Mé ida, intitula do : Historia de los Oráculos, que es una verdadera refundición, ó mejor dicho, trabajo nuevo hecho sobre «tro libro de índole científica , por don Luis de Men doza, capitán de navio retirado, é individuo de varias academias. La materia es de por sí tan entretenida, y satisface tanto la curiosidad que todos tienen por en tender algo acerca de las ciencias misteriosas y fenó menos del espíritu , que con dificultad podría encon trarse hoy un pequeño volumen que en este punto sos tuviese la competencia con el del señor Mendoza. Hay en él mucha erudici'.n, y la índole del estilo empleado en el tratamiento de cuestiones de suma importancia, le hace ameno y le pone al alcance de todas las in teligencias. Nicolás Díaz Benjumea. Una de las matinales clásicas del teatro de la Gaité, en París, va á ser destinada á representar un Apropósilo literario , sobre Lamartine , y se dará una meda lla de oro al autor del mejor poema cuyo objeto sea el panegírico del gran poeta, el cual ha de leerse delante de >u busto y en presencia de sus mas famosas produc ciones personificadas por los actores de mas talento.

EL MUSEO UNIVERSAL. LA ARQUITECTURA Y LA SOCIEDAD. (continuación.) V. Los sistemas de fabricación producen competencia de intereses materiales y de especulaciones. Esta exi gencia de la moderna civilización, no está reñida con el buen gusto que debe predominar en las construc ciones, porque aun privándonos de la gran filosofía que hemos señalado en el sesudo pueblo alemán, admite el actual sistema de fabricación la gracia y elegancia que producen agrado y recreo á la vista ; pues la ligereza y esbeltez que caractericen la economía del material , la uniformidad para conseguir la armonía, los pequeños detalles que cada departamento necesita para su servi cio, el revestimiento de los muros para ennoblecer las fábricas, etc., etc., y otras mil cosas accidentales, son las bases que el artista debe tener en cuenta para reu nir con la comodidad y la economía la belleza y el lujo, estableciendo un estilo inalterable que forme época. Estos son los caracteres que nos presentan las calles de las ciudades modernas, en las que aparece de cuán do en cuándo la torre gigantesca ríe una catedral, res petada en el trascurso de los siglos; un palacio de pie dra de difícil acceso, y otros muchos monumentos de este género mezclados con los edificios comunes. In mediatamente se agolpa á la imaginación el paralelo de dos edades enteramente diversas: 1.° la edad de la igualdad civil: 2.° el predominio de unos pocos, gran des y fuertes. En la primera época se ve prosperar la clase media, que tiende á nivelar la condición social de aquellos para quienes la industria es la madre , á quien el ingenio le es necesario y peculiar para escitar el perfeccionamiento que es el precursor del buen gusto ; pero no ya á la fuerza y solidez de severa apa riencia. Aspira á la riqueza sí, pero sin la prepotencia y prefiere mas bien una cómun medianía. Ya no existe la.desnuda y vasta habitación, hueca y fría; tenemos la alcoba, las escaleras secretas, los boudoirs donde la mujer encuentra en el espejo la revelación dé su belle za: los relojes de sobre mesa , el péndulo, las paredes adornadas con finísimas filigranas: las campanillas, los despachos, las bibliotecas, las pequeñas galerías, las estufas, la quincallería, los tapetes y colgaduras de ta picería, etc., etc. Los elegantes adornos de una casa, todos esos objetos referidos, ¿no nos ofrecen un nuevo desarrollo en el arte del dibujo, como norma y brillo indispensable de la industria, símbolo de la nueva civi lización? La comodidad, la limpieza doméstica, la reunión de lo bello con lo útil, ¿no presentan en com pendio un porvenir para el arte de la decoración? Las clases se nivelan, la sociedad resuelve por si sola el gran problema de la inquietud de los pueblos ; por lo tanto, ¿se ha de perder la esperanza de que el ingenio artístico no encuentre la línea simbólica en esta trasformacion? Recoriendo una ciudad no se ve otra cosa que mer cados, bolsas de comercio, oficinas públicas, estableci mientos, tiendas, hornos, fábricas, la casa del fabri cante, el bazar, el café, etc., etc., etc. Todo esto, ¿no es la espresion de la sociedad que cada vez mas se amalgama? ¿No nos demuestra eso mismo cuán rápida mente caminamos á una nueva trasformacion? Si sali mos de la ciudad y nos lanzamos por medio de la velo cidad del vapor á correr una línea de camino de hier ro , que penetra en las entrañas de los montes , que vuela sobre la cima de los abismos, salvando ciudades y procurando siempre hallar la línea recta, tropezando con nuevos desmontes y terraplenes , para facilitar la horizontal, se ve que el poder de trasformacion es ge neral. Si se observan las obras grandiosas de los puer tos ¡qué movimiento! ¡Qué empresas tan colosales! Las máquinas que se multiplican, sustituyendo al brazo del hombre, nos demuestran que la sociedad ha sobrepu jado á la naturaleza, pues corre mas que ella, y se ve que en este progreso el hombre llega á conquistar la verdadera libertad, porque se emancipa del dolor y del esfuerzo físico, convirtiendo en esclava la materia, y ha ciéndose dueño del puesto de la inteligencia que dirige sobre la tierra. Y si en el arte hay armonía, ¿qué cosa le pertenece mejor que encontrar la línea armónica de esta recíproca comunicación de ideas y de inte reses? El romano encontró el arco para abarcar bajo su im perio el dominio del mundo. El griego supo caracterizar una vida sensual como ídolo de sus creencias mitológi cas, y esto es lo que nos revelan sus casas decoradas con pintura y escultura , afectando siempre las formas que mas espresaban sus sentimientos. En la edad media se elevaron las gigantescas torres góticas, como triunfo de una religión celestial y divina, dirigiéndose al cíelo como anuncio de una gloria esen cialmente espiritual. Asi nosotros debemos poetizar nuestra manera de vivir, hermanados, y asegurándonos una venidera feli cidad santificando el trabajo que ha llegado á ser libre con el hombre, y llamando á nuestro servicio la mate ria. La sociedad no es ya una guerra de débiles y fuer tes; avenirse, ayudarse, asociarse, y en la reciprocidad de los afectos y de los servicios construir la organiza

ción universal de los hombres y hacer ver que somo hermanos, esta eí la misión de la generación presente. ¡Elevemos monumentos á la humanidad entera, y que en la cúspide de aquellos esté el rayo inspirador de lo divino. La industria misma presenta al arle nuevos modos de ver y sentir, dando mas luces elementales con que poder espaciarse el artista. La fé en este porvenir debe ser única y espontánea; tal que pueda llegar á conmo ver el corazón para hacernos capaces de sentir la belle za, escítando el deseo de posesión y que dejando de ser técnica pase á desempeñar su verdadera misión en la sociedad , cual es , la de merecer la apreciación de la clase ilustrada y rica. Lo bello se combina perfectamen te con lo útil, porque cuando el arte correspónde á las necesidades, manteniendo siempre la buena moral, consigue no solo satisfacer á una verdad, sino también á un sentimiento, porque toda necesidad social es una idea para la inteligencia y un afecto para el corazón. Hay todavía mas que observar para el arquitecto. La superficie de las ciudades se calcula describiendo sus planos con una exactitud matemática á fin de acomo dar cada vez mejor la sociedad , con lo que resulta que hay que combinar lo antiguo con lo moderno para que produzca un bien general, ¿puede haber cosa mas fa vorable al arquitecto de nuestros dias, y que presente mas vasto campo para concebir y ejecutar? Con es te allanamiento, ¿qué resulta? ¿No nos hace ver que sir ve para grandes y gigantescos proyectos nacidos de las asociaciones industriales para la ejecución de las em presas donde el ingenio les es necesario? Cuando el arquitecto artista tenga delante de sí el vasto plano de una ciudad donde á su voluntad pueda describir juntamente la catedral, el teatro, el palacio, el mercado, etc., con la casa del pobre, del humilde operario, la biblioteca del letrado, el laboratorio quími co con la cátedra de disección, etc., etc., y otros mil destinos que trae consigo la moderna sociedad, suce derá que no solo será llamado á trazar el plano de una capital, sino que tendrá también que presentar un con junto armónico que ponga en concordancia la religión con las ciencias, las letras con las artes, y el trabajo material con el capital y este con el crédito, resultados todos de tantos siglos y que tan desacordes estuvieron entre sí. (Se continutird.J Domingo Ynza.

JOYAS Y ALHAJAS. (CONTINUACION.) »EI deísta Netzahualcoytl, rey de Acolhuau,el Salo món de los Anahuac, en sus cantos sagrados llenos de fe patriarcal en honor del Ser Supremo, compara el sol, símbolo de la Eterna Divinidad, con un diamante de mil facetas. Esta comparación á una joya que los mejicanos no poseyeron , es uno de los muchos ejem plos que ofrece su sagrado libro de los Cantos, de las metáforas usadas por los hebreos, y de la mención de cosas de que los mejicanos sólo podían tener idea por tradición, dando en todo esto una prueba más de su origen judío. «Entre las bellas exhortaciones de una madre meji cana á su hija, recogidas por el piadoso misionero fray Andrés de Olmos, para admiración de todos los tiem pos, se halla la siguiente:»—«Y tu padre te ha pulido y dado brillo como á una preciosa esmeralda , á fin de que puedas presentarte al mundo como una joya de virtud perfecta.» «Huehuetapallan y Huehuetollan—los antiguos Hapallan y Tollan,—eran las provincias de donde los me jicanos recogieron sus ricos colores y gran copia de piedras preciosas. «Los antiguos mejicanos sobresalían en el arte de tallar las piedras finas, en el cual llegaron á una per fección que no pudieron alcanzar los artistas europeos, á pesar de sus instrumentos de metal. Los mejicanos carecían de la ayuda del hierro y acero, que les eran desconocidos, y practicaban la operación por medio de otras piedras duras ó el polvo de ellas. «Los chinos aseguran que el gran continente de Fusang, que según sus cosmografías se halla situado á 22,000 Lé ni Oriente del Japón, les era conocido des de hace 4,000 años, y que en diferentes épocas habían enviado colonias para poblar aquel vasto territorio. En efecto, son infinitas las huellas que de este origen se han deducido por los arqueólogos, de la aparente con fusión de razas de la América. Si, por ejemplo, exami namos las figuras simbólicas de los cuatro últimos me ses del año de los mejicanos, sin ninguna dificultad reconoceremos en tres de ellos, Panquetzalitzlí, Titíl y Izcalli, á un perfecto tipo chino, cuyos toscos trages tachonados de perlas y piedras preciosas de aquella ci vilización estacionaria, en nada se diferencian del que usa actualmente el «hijo del sol,» emperdor del Celeste imperio. «Fray Francisco Nuñez de la Vega, arzobispo de Chiapa, en una de sus frecuentes visitas á su diócesis,