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tan como candidatos y pretendientes á la corona de Es^ poco lo que poco nos ha costado, evaluó á Gibraltar en con el monarca español. El tratado de 13 de julio fue* paña: francés uno, austríaco el otro. Apoyado el pri poco ó en nada, mientras se hallaba reciente el re el recurso á que se apeló para popularizarla, pasando mero por su abuelo Luis XIV, y sostenido el segundo cuerdo de su adquisición y lagos de sangre bretona no muy adelante en las concesiones ; bajo la inteligencia y por su padre Leopoldo, emperador de Alemania. In habían corrido por la montaña del Estrecho. convenio recíprocos de que ni Mahon, ni Gibraltar. y glaterra halló conforme á sus intereses sustentar la Como quiera que fuese, á poca ó á mucha costa, sol mucho ménos este último puerto , debería permanecer causa del archiduque Cárlos contra Felipe V, que ya dados extranjeros ocuparon el Peñón á principios del mucho tiempo bajo el dominio de Inglaterra. Us im cenia la corona de España, y entró en la grande alianza otoño de 1704, lomando posesión del puerto en nom parcial escritor inglés anónimo (anónimos fueron hasta formada por varias naciones de Europa contra los es bre del archiduque Cárlos III. La bandera izada sobre , ahora todos los imparciales) hace las siguientes refle pañoles y franceses. En 1704, después de varios en la columna del fretum Gaditanum fue austríaca y no xiones sobre este compromiso implícito. «A no haber cuentros, ataques y movimientos de los aliados, des inglesa , como dice el critico citado y refieren la mayor ¡ existido esta reserva, a no haber dominado esta idea pués de haber dado el duque de Ormond el primer parte de los historiadores. ¿A qué iban los ingleses á | ¿cómo es posible que se concluyese y firmase un tragolpe á la brillante y floreciente marina española, to España? A poner sobre el trono á un príncipe de Ale ' tado de paz que trasfiriese el dominio perpétuo de la mando con ochenta naves veinte y tres que custodia- | mania ; á ayudar y sostener sus pretensiones como fortaleza, sin obtener el territorio suficiente en las cer ban la flota de plata , se presentó en el puerto de Gi- aliados. Asi, el príncipe de Darmstadt, apenas puso el canías para mantener á la guarnición y á sus morado braltar el almirante inglés sir George Rooke. Acerca pie en la plaza, ordenó que se enarbolase la bandera res? Algunas leguas en la costa no habrían sido un gran del ataque de esta plaza , y victoria obtenida por los de Austria; lo que visto por Rooke , mandó que la qui sacrificio ni desventaja para los españoles, y fueran de marinos ingleses, se ha hablado tanto y con tanta va tasen y pusiesen en su lugar la inglesa, tomando pose incomparable utilidad para los ingleses ; y omitida esta riedad, que nos parece lo más acertado trascribir las sión en nombre de la reina doña Ana. El de Darmstadt justísima exigencia hay grandes motivos de sospechar palabras de lord Mahon distinguido escritor británico, guardó silencio, y sufrió este ultraje por las razones que se tuvo en vista , no perpétua, sino temporal po que concisamente lo refiere en un notable examen cri que no dejarán de adivinar los lectores. ¿Con qué dere sesión.» tico de la guerra de sucesión. cho se hizo esta mutación de pabellones? Porque si caY en efecto, ¿cuánto no han echado de ménos los «Una flota inglesa al mando de sir George Rooke, do uno de los aliados iba á adjudicarse una parte de las ingleses una pequeña porción de terreno con que suIh teniendo á bordo algunos regimientos á la órden del conquistas , era buen modo de servir la causa del ar venir á las necesidades de las tropas? No tenemos un príncipe de Hesse Darmstadt, apareció delante del Pe- chiduque. Holanda, Portugal, Prusia y Saboya con In pie de tierra, exclamaba impaciente Mr. Gordon , el non de Gibraltar. Esta celebrada fortaleza, contra la glaterra se habrían repartido la Península , semejando, gran panegirista de la infecunda, estéril é insalubre que han sido empleados en vano todos los recursos del no naciones que prestan su apoyo á una causa justa, roca. La fisonomía de la posesión de Gibraltar refleja arte militar, fue tomada tan fácilmente como si hubie sino nube de aves de rapiña que, so color de política este espíritu, negando suelo y tierra á sus poseedores, ra sido ciudad abierta en la llanura. La guarnición alianza, erigen el pillaje en sistema. y forzándolos á vivir encaramados en una escarpada habia ido á hacer sus oraciones , en vez de hallarse en Parecía natural y lógico que Gibraltar hubiese recaí sierra, á guisa de águilas y contra naturam. guarda. Unos cuantos marineros ingleses subieron á la do en posesión del Austria, y que se hubiese tomado Pero la conclusión del artículo 13 del tratado parece roca. Los españoles capitularon y la bandera inglesa en nombre del archiduque, cuyos derechos sostenía la alejar toda duda de que no se trataba de cesión perpé ondeó en las murallas de donde no han podido arran Inglaterra, y mucho más estando la nación española tua, porque en él se dice: «En caso de que en adelante carla las escuadras unidas de España y Francia. » dividida en opiniones, y existiendo un gran partido fa conviniese á la corona de la Gran Bretaña dar ó enageEsta breve descripción, en la que van subrayadas vorable al príncipe Cárlos; pues , dudoso el éxito de la nar de cualquier manera la propiedad de la dicha pla algunas palabras, necesita de algún comento, porque á guerra, si la grande alianza hubiese vencido, Gibraltar za, se establece que la preferencia de obtenerla se dará vueltas de ciertas puntas de vanagloria, no hay nin no fuera nunca del dominio de los ingleses ; de suerte siempre á España antes que á ninguna otra.» guna que ménos favor haga á los ingleses, y aun deja que los aliados comenzaban por arrebatar posesiones á Esta especie de derecho de retracto que España se entender como si el autor no estuviese muy satisfecho españoles que defendían su misma causa y levantaban reservaba, como aplicado á una nación, ser colectivo de la empresa militar de Rooke. Otros autores se han la misma bandera. que nunca muere, es como un testimonio visible y ex detenido en contar los días que duró el combate, la Los actos de la guerra daban á entender que Ingla plícito' de las condiciones é idea implícita de los con pólvora que se consumió, las balas que se arrojaron, y terra no iba como conquistadora. Las declaraciones tratantes; y revela que, conclusa la paz, se esperaba el ejército de ancianos, ciudadanos, niños y mujeres, oficiales no dejaban lugar á dudas sobre este punto. (como asi sucedió) que se volviese á tratar del asunto y que pudieron poner manos en la defensa ; pero nuestro Cuando en mayo de 170S llegó á Cataluña el conde de de su devolución por medio de condiciones ménos one distinguido critico parece que con arte y adrede co Peterborough expresó en su manifiesto : «que la reina rosas para España , pasadas las circunstancias del mo mienza por notar lo vano de los esfuerzos del arte mili de Inglaterra enviaba sus fuerzas á España para man mento. tar, y concluye aludiendo al memorable y último cerco tener los justos derechos de la casa de Austria, y no á Los derechos, pues, de Inglaterra sobre Gibraltar, y de 1782, para que campee, descuelle y resalte en me tomar posesión de ninguna plaza en nombre de su ma- me valgo para su exposición del escritor citado, se re dio de la casi fabulosa acción de ceder la famosa roca, gestad británica.» Aun interpretando esta conducta se ducen á los siguientes: no á un asalto de marinos, sino á un salto de mari gún el espíritu de las ligas secretas , las posesiones al «Habiendo entrado en una guerra, en unión con neros. No será ciertamente para llamar la atención há- canzadas en la conquista debían ser sólo á título de otros poderes, para sustentar las pretensiones de uuo cia las nuevas máquinas sitiadoras del almirante, y si prenda , fianza ó seguridad, nunca propiedad exclusiva de los candidatos al trono de Espana, con asistencia de la fortaleza tenia fama de inexpugnable, en algo con y ad perpetuum. Asi se explica la longanimidad con los aliados , inesperadamente conquistó para ella una sistió la fácil victoria de los sitiadores. El historiador que el pretendiente ofreció a Cádiz, Alicante, Gibral- fortaleza importante perteneciente á la corona rcclano lo oculta. La guarnición habia ido á hacer sus pre tar, Badajoz, Alburquerque, Valencia, Alcántara de mada ; y, conclusa una paz separada con su oponente, ces : la peña se tomó como ciudad abierta en la llanu Estremadura, Bayona, Tuy y Vigo , y en América Pa- aseguró para sí la posesión bajo un compromiso implíra. ¿A qué gastar pólvora y balas no habiendo enemigo? namá, la Habana, la márgen septentrional del rio de la cito de que dispondría de ella en lo futuro, mediante Si Gibraltar era inconquistable, semejó entonces á los Plata y todos los puertos que en España ó en las Indias una compensación adecuada. El tiempo tal vez ha san¡ tíficado la usurpación; pero ¿cuánto clamaríamos conescudos y armas fatadas por los dioses y magos de la pudiesen conquistar los aliados. fábula , que sólo podían tomarse por sorpresa,' astucia Aparte del hecho mencionado de Rooke y de la en- tra la traición y perfidia de la Francia, si siguiera el ó abandono de sus señores. Si el soldado estaba en el trada de lord Galway en Madrid en 1706, tomando po- mismo sistema y conducta, y quisiera, por ejemplo, templo, en vez de .estar en la muralla, la roca invul sesión de la capital en nombre de la reina, contra lo bajo pretexto de ayudar á la independencia americana, nerable fue un Aquiles dormido y con el pie descubier expreso en los tratados , la primera noticia oficial que apropiarte á Rodas , ó mientras ayudara á Holanda, se to, que un niño podría herirle. | se tuvo del cambio de sistema apareció en el discurso de anexase el cabo de Buena Esperanza ó la isla de CeiNo: los soldados españoles no habían abandonado ni la corona leido por doña Ana ante las Cámaras el dia 6 lan.» descuidado sus puestos ; la guarnición no estaba ha de junio de 1712, en donde se decia: «El comercio del (Se continuará.) ciendo sus preces. La verdad es que no habia guarni Mediterráneo y los intereses é indujo británicos serán Nicolás Díaz Be-hume». ción, y así se explica la toma de Gibraltar. Don Diego asegurados por la posesión de Gibraltar, y el puerto de ile Salinas, entonces gobernador de la plaza , contaba Manon con toda la isla de Menorca, que se ofrece dejar sólo con ciento cincuenta hombres, y la mitad de ellos en mis manos.» visoños é inexpertos. Habia entre ellos seis artilleros! Y ¿dónde, cómo ó cuándo, se hizo esta oferta? Por COMBATE EN UNA DE LAS CALLES Demandas de suficientes hombres y recursos fueron que en la nota de las demandas hechas por su mageshechas en tiempo y con insistencia por el gobernador, tad británica en 5 de marzo del mismo año, esto es, DE MALAGA. aunque sin fruto; y, siendo probable que esta situación tres meses antes de la composición del discurso , no traspirase, se comprende la oportuna aparición de Roo habia idea, mención ni asomos de que Gibraltar y Me Ofrecemos en el presente número un interesante ke delante del Penon, y su entrada como en ciudad norca fuesen anexados á la monarquía inglesa. Claro grabado que representa un episodio de los últimos abierta en la llanura. Inglaterra no cuenta este hecho es que esta apropiación fue una prima que se adjudi tristes sucesos ocurridos en Málaga , cuyo croquis nos entre sus glorias militares. Inglaterra se ha envanecido caban por la deserción de las naciones aliadas; una ha sido enviado por un artista que fue testigo presen siempre de la posesión, nunca de la conquista, de Gi compensación que se hacían por haber sido igualados á cial, y por lo tanto tiene todo el interés de la verdad y braltar , recordando acaso el dicho del mariscal de los Holandeses en el preliminar de la paz de Utrecht, de la exactitud délos detalles propios de estas espanSaulx : yo me atrevo á tomar todas las plazas fuer en punto á ventajas y franquicias comerciales. La ¡ tosas cuanto heróícas batallas que han ensangrentado tes que no estén defendidas. Y asi no ha puesto en es grande actividad material y diplomática de aquella épo- las calles de una de las ciudades más importantes de tatua al héroe que le regaló el baluarte de la monar ca, en que los informes más auténticos eran por lo co- Andalucía. Recientes como se hallan en la memoria de quía. ] mun contradictorios entre sí, no permite penetrar á todos estos sensibles acontecimientos, renunciamos á Pero no es nuestro ánimo poner tacha ni censurar fondo en la verdadera razón de estos cambios; pero no la penosa tarea de hacer de ellos una relación, conten esta sorpresa. La guerra ha sido , es, y será, pariente se andará muy lejos si se supone al interés propio el tándonos con expresar nuestros fervientes deseos de dentro del cuarto grado de la piratería ; y en el código único gerente de estas transacciones. 3ue tamaños males no vuelvan á sembrar el luto y la que comprende la disimulación, la emboscada, el en Pero cualquiera que fuese el móvil ó causa de esta esolacion en el pueblo nobilísimo de España, digno gaño y la astucia, como artes, cabe holgadamente un apropiación, el tratado que separadamente firmaron por su carácter de mejor ventura, y por su valor de coup de main sobre una fortaleza desamparada: ad- Espana é Inglaterra tres meses después del de Utrecht, mayores y más altas ocasiones en qué mostrarlo. versus hostem, etc. Los ingleses dirán, y con razón, ó sea en 13 de julio de 1713, parece que por completo que no fue culpa de ellos que el gobierno español no legitimaba la adquisición. Inglaterra alcanzaba con él hubiese proveído en tiempo á las reiteradas demandas un titulo ostensible de su propiedad; pero este título de Salinas; que el enemigo debe estar siempre aperci en tanto es valedero, en cuanto se conforma con la in AVILA. bido, y que no estamos en plena época caballeresca, en tención y los actos anteriores y posteriores de los res PUERTA PRINCIPAL DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO. que hasta un Fierabrás aguardaba á que Oliveros se pectivos contratantes , y en cuanto hay en ellos la vo armase para combatirle. Están en su lugar, porque la luntad de aquietarse y ajustarse á sus cláusulas. Considerando ante todo las circunstancias del moEsta iglesia está situada en la plaza llamada el Merguerra es demasiado contemporánea de la barbarie, para que llegue á gustar de semejantes refinamientos mento, el tratado en que se cedía Gibraltar á los in- cado grande. Es un edificio gótico de sillería de piedra Se delicadeza. Baste en abono de Inglaterra la discre gleses fue un expediente de carácter transitorio, como caliza en su mayor parte. Contiene este templo varios ción con que supo apreciar el hecho militar: Rooke lo dan á conocer los motivos, las cláusulas , y la con- altares notables con pinturas y esculturas de no escaso acabó sus días casi oscurecido en su retiro, y siguien- I ducta posterior, de ambos gobiernos. Inglaterra repug- mérito; pero lo que hace famosa esta iglesia en los anado la ley de las afecciones que inclina á estimar en 1 naba, y se oponía violentamente á una paz separada I les de la historia es que en su átrio tuvo lugar el pri-