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de familia que existe en aquella ciudad.—M.

RETRATO DEL SEÑOR DUQUE DE VALENCIA.

En el presente número damos un grabado que representa la capilla que se preparó en el salón principal de la Presidencia del Consejo, para esponer el cadáver del duque de Valencia. Hallábase éste encerrado en una caja sencilla de cobre, con dos tapas, sobre una cama imperial de la Sacramental de San Isidro. Dícese que esta caja era un nuevo modelo exhibido en la Esposicion de París. En la tapa inferior tenia un cristal á la altura de la cabeza del cadáver, que habia sido embalsamado por el señor Fernandez Losada, uno de sus médicos de cabecera.

El duque de Valencia fue amortajado con el uniforme de jefe del regimiento de la Princesa, pero con los entorchados de general. Tenia, además, puestas la banda y placa de San Fernando, que era la que mas frecuentemente usaba entre las muchas que disfrutaba, por ser de su especial estima. Custodiáronle la guardia de ordenanza , un zaguanete de alabarderos, como grande de España, los porteros del Senado y de la Presidencia, y varios criados particulares vestidos de corto.

—C.


NOVELAS Y Cuadros De Costumbres.

La Loca De Calella.

(Conclusión.)

V.

Pequeño de estatura, de frente comprimida, de labios gruesos, prominentes y mirada oblicua , mal intencionada, el comandante Pablo Gabál representaba el tipo del hombre de instintos feroces, sanguinarios.

Su historia estaba escrita con la sangre de infinidad de víctimas.

Nacido en Barcelona, causó al venir al mundo la muerte de su madre; adolescente, mató á disgustos á aquel á quien era deudor de la existencia; y jóven de veinte y cuatro años se alistó en 1808 en las filas de los franceses, de los tiranos de su patria, dejando abandonada á la miseria á una pobre huérfana y a un niño que de ella había tenido, al cual ni siquiera quiso reconocer.

Mientras Pablo veía con regocijo «I triunfo de las águilas de Napoleón y ía derrota de nuestros bravos en Rioseco , Uclés y Ocaña I, mientras mas adelante, á la vuelta de Fernando VII en 1814, reconocía el gobierno absoluto, recibiendo como en recompensa de sus servicios anteriores las charreteras de capitán, Cármen se moria de hambre, sin tener apenas un pedazo de pan que compartir con su Justo.

Los años trascurrieron, llegó el de 1820, y al paso que Pablo hubo de emigrar al estranjero, Carmen se trasladó con su hijo de Barcelona á Calella, donde una tia suya la habia legado al morir una fábrica de aguardiente, valorada en 4,000 duros.

Aunque Justo contaba sólo doce arios, comenzó á mostrar bien pronto un talento por estremo precoz y una rectitud de juicio tan estraordinaria, que en lugar de irse á jugar con sus compañeros, se pasaba las horas enteras en la fábrica, á la mira de los intereses de su madre.

Con lo cual adoraba aquella de dia en dia con mas frenético amor en su hijo.

Mas ¡ay! tanta ventura había de durar pocos años.

En el de 1823 y con las tropas del duque de Angulema , regresó a España el inhumano capitán.

Sediento de venganza, no tardó mucho Pablo Gabál en fomentar el crecimiento de las sociedades secretas de El Angel Esterminador, en premio de lo cual recibió los galones de comandante y el titulo de socio de la comisión militar de Barcelona.

En esto vinieron los últimos dias de 1824, y un enemigo de Cármen delató al hijo de aquella honrada mujer como comprometido en el levantamiento del coronel Valdés, en Tarifa.

Justo Cubin fue preso en Arenys de Mar, á donde por asuntos de comercio solia nacer de vez en cuando algún viaje, y como contestara con algunas vacilaciones al interrogatorio y llevase consigo un ejemplar impreso de la Constitución de 1812, fue sentenciado á ser pasado por las armas.

—¿De dónde eres? le preguntó el comandante Gabál

—De Calella.

—¿Qué familia tienes allí?

—Unicamente mi madre, en cuya compañía vivo.

—Muy bien, morirás en Calella.

—¡Señor! Apiadaos, ya que no de mí, de una pobre mujer incapaz de hacer daño á nadie, de una santa. No os figuréis que me asusta la muerte, no. Matadme como queráis, de la manera mas horrible; pero ¡por la