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Santiago, causando en pila destrozos, quo inmediatamente reparaban la piedad de sus prelados, la munificencia de los reyes y los donativos de los peregrinos. Disturbios interiores agitaron asimismo la antigua silla iriense, y el carácter belicoso é independiente de alguno de sus obispos quizá manchó con un crimen la sede, cuando la ilustraba como gobernador el venerable obispo de Mondoñedo San Rosendo (hácia el año 977).

Poco después, el temido por lo valeroso Almanzor llegó basta la Kaaba cristiana; puso el pie triunfador en la Jerusalen española; abrevó su caballo de pelea en el agua bendita, y comieron los de sus soldados el heno sobre los altares de la destruida iglesia. En 997 acontecía esta invasión, torpemente preparada y auxiliada por algunos condes gallegos, que no se opusieron á que el caudillo árabe hiciese conducir, á hombros de cautivos cristianos, las campanas pequeñas de la iglesia hasta la mezquita de Córdoba, en donde habían de servir de lámparas mientras no conquistase la ciudad musulmana el rey Santo don Fernando III; quien á su vez había de volverlas, en hombros de cautivos mahometanos, al templo de Compostela. Cuéntase que Almanzor, derribadas las murallas de Santiago, saqueadas las riquezas de la iglesia, arruinado el santuario, quiso poner la planta impía sobre el sepulcro del Apóstol y violar el sagrado reposo del discípulo de Cristo; pero que halló, sentado sobre la piedra que encierra el cuerpo del Santo, á un monge que le guardaba: y el vencedor en tantos combates, el implacable guerrero, el bravo Almanzor retrocedió ante la calma inalterada y el valor incomprensible del sacerdote.

Comenzó de nuevo en 1082 la fábrica de la iglesia catedral, sin que conste cómo y dónde se celebraron los oficios divinos desde la entrada de Almanzor hasta la habilitación y consagración del nuevo templo. La sede llamóse compostelana desde 1098, por concesión del papa Urbano II, y (quedó exenta de la jurisdicción metropolitana de Braga. Desde que en 1082 se comenzó de nuevo á construir el templo hasta el dia, ha venido enriqueciéndose la fábrica sucesivamente, hasta convertirse en la hermosa basílica que hoy admiran los peregrinos y aplaude el arte. Al par de sus nuevas construcciones fue creciendo en riquezas la iglesia, mucho mas desde que se vió erigida en metrópoli por el papa Calisto II (en 28 de febrero de 1120) á petición de Alfonso VII, sobrino del pontífice, y siendo obispo el turbulento don Diego Gelmirez, elevado por consecuencia sí primer arzobispo de Santiago.

Y una vez citado el obispo Gelmirez, preciso es recordar que al mismo debe la catedral grandísima parto de sus bellezas arquitectónicas, el carácter artístico que la distingue y muchas de sus riquezas, á mas de su importancia como metropolitana. Juzgada de muy varío modo la memoria de aquel prelado inquieto, que tan importante papel jugó en las continuas discordias de doña Urraca de Castilla con su esposo don Alonso I de Aragón, no es ahora ocasión de hacer su panegírico, ni mucho menos de vituperarle; pero ello es cierto que Galicia, y en especial Santiago, le son deudores de notables adelantamientos, en las artes sobre todo. Un moderno historiador gallego, quizá demasiado entusiasta del arzobispo, «era, dice, la actividad de Gelmirez sin límites; asi le vemos atender con mano verdaderamente pródiga á las mayores obras que entonces se levantaban en nuestro pais. Son suyas la colegiata de Sar y el monasterio del Conjo, la Catedral y las casas arzobispales, fábricas todas dignas de su gran munificencia.» «Si hubo dias prósperos y afortunados para Galicia, escribe en otra parte aquel historiador, Manuel Murguía, fueron los de Gelmirez. Riqueza, arte, pesia, poder, todo tuvimos entonces, y Gelmirez es noy la encarnación de nuestras glorias en aquellos tiempos.»

En efecto, sin los males que aquel prelado ocasionó á la iglesia, cuando hizo de ella fortaleza para librarse del furor do los amotinados burgueses de Santiago, que querían matarle, y que para conseguirlo hasta pusieron fuego á la catedral, ésta sólo debería beneficios á Gelmirez. A fin de terminar esta rápida reseña histórica: las obras emprendidas por el primer arzobispo para el engrandecimiento de la fábrica del templo en 1118, quedaron terminadas en 1211, y á 3 de mayo de aquel año el arzobispo don Berenguer Muñiz consagró por tercera vez la catedral, á la que continuaron haciendo ofrendas los reyes de España y algunos de otras naciones. En el siglo XV, Luís XI de Francia envió para el templo unas campanas; algún tiempo después los Católicos Fernando e Isabel, además de fundar un hospital para peregrinos, hicieron una cuantiosa donación á la catedral, en acción de gracias por la conquista de Granada. Felipe IV regaló también una joya e gran valor, que desapareció con muchas mas alhajas al principio de este siglo: otras ofrendas hizo aquel monarca, de las cuales aun subsiste una de 500 ducados, que instituyó á nombre de la real familia para todos los años de jubileo, que son aquellos en que el dia del descubrimiento del sepulcro de Santiago, esto es, el 2 de julio, corresponde al domingo, ó lo que es lo mismo, cada siete años.

Ya desde la muerte de Gelmirez, la catedral de Santiago no tiene nías historia que la de la sucesión de sus arzobispos, casi todos de altas y poderosas familias, casi todos pródigos con la iglesia y casi todos justamente deseosos de acrecentar el brillo y multiplicar la fama de tan glorioso templo. Los romeros, después del siglo XII, acudían á Compostela en grandísimo número, tanto que fue preciso la creación de dos hermandades ó cofradías: una de cambiantes que trocaban por moneda usual la estranjera de los peregrinos de nación estraña, y otra de los caballeros de Santiago de la Espada, que defendían el camino de Compostela y guardaban á los romeros de la asechanzas de los malhechores. Esta última hermandad fue origen de la orden de caballería de Santiago, que aun hoy se conserva en recuerdo de nuestras pasadas glorias.

Causa grima pensar que no existe una verdadera historia monumental de Galicia, y que las bellezas artísticas de aquel poco afortunado pais, son escasamente ó nada conocidas del resto de la península. Asi es que no se pueden apreciar en su justo valor los monumentos románicos que allí dejó la Edad Media; templos de órdenes compuestos que se levantan en aquellas provincias, y que compiten en belleza y gallardía con los góticos de Castilla la Vieja y con los bizantinos de Cataluña y Valencia. La catedral de Santiago es en parte prueba de ello, y no la da completa porque las renovaciones sucesivas de su fábrica han quitado al templo la unidad de su carácter legítimo.

La fachada principal do la iglesia es del siglo pasado, y aunque un tanto pesada por el clásico rigorismo de su tiempo, honra por lo magestuosa y severa á su autor don Fernando de Casas y Noboa. Poco antes que la principal, se edificó la fachada del Mediodía, de no mucho gusto, aunque en ella se ha querido hacer brillar dos bellos órdenes de arquitectura, el jónico en el primer cuerpo, el dórico en el segundo. Mezcla de varias épocas y de gustos varios es la llamada puerta Santa; pero notable por mas de un concepto la magnífica fachada de la Platería, de que acompaña á este número un grabado perfectamente detallado. Toda la fachada, menos el coronamiento que es moderno, data de los tiempos del arzobispo Gelmirez, y es románica pura. Las estatuas que la decoran, los relieves que el tiempo va destruyendo, la elegancia y sobriedad ornamental de las arcadas y las columnas, caracterizan perfectamente el gusto propio de la época á que este notable monumento pertenece, asi como el claustro que, formando ángulo con la fachada de la Platería, se prolonga á su izquierda, con nombre del Tesoro, por guardarse ó haberse guardado allí el de la catedral: á muchos llama la atención una concha colosal que sostiene un cuerpo de la fachada de la Platería, y que, también se representa en el grabado. A la derecha de éste se ve el arranque de la torre del Reloj, edificada á fines del siglo XIII, y que es notabilísima. Tiene además la catedral, como característico resto de la iglesia antigua, una cúpula magnífica erigida á fines del siglo XIV, y la torre llamada Berenguela, de principios de la misma centuria.

Fuera prolija tarea describir el interior del templo de Santiago, largamente enriquecido en los últimos tiempos; y como el objeto principal de este artículo es el de trazar rápidamente la historia de la catedral y dar á conocer la parte mas artística del templo, suspéndese aquí nuestra tarea, que tal vez en adelante podamos hacer una reseña enteramente arqueológica de la suntuosa morada del grande apóstol Santiago.

Federico Villalva.


Es tan poco, y en general tan inexacto, lo que se ha escrito sobre nuestras ricas posesiones en el archipiélago filipino, que tenemos un verdadero placer en insertar la narración del señor don Bernabé España, ex alcalde mayor de Cavite, cuya posición oficial y espíritu observador le han permitido adquirir cuantos datos eran de desear, para proporcionarnos en breve espacio una idea fiel y verídica del clima, naturaleza, producciones, tipos, usos, costumbres y demás que constituyen la fisonomía especial de aquella apartada región del globo. A las sobrias, al par que amenas descripciones del señor España, despojadas del falso adorno con que plumas estranjeras suelen desfigurar, mas que vestir, la verdad, cuando se ocupan de lo que á nuestras cosas atañe, acompañarán grabados de tipos, edificios y vistas panorámicas, tomados del natural, en los lugares que se describen y que, por su originalidad, no dudamos que han de hallar ta mas benévola acogida en nuestros lectores.
FILIPINAS.

Muchos conocen á Manila, y hablan demasiado de dicha ciudad; pero pocos ó ninguno la describen y juzgan como es debido. Lo propio sucede con Cavite y su provincia, que se halla limítrofe á la referida capital del archipiélago, y que nadie le sabe hacer justicia. Manila, con sus barrios ó arrabales, es una población inmensa (dos veces mas que Madrid, según los modernos estadistas), compuesta de europpos, chinos-mestizos, é indios. El arrabal de Binondo, poblado de comerciantes chinos; el de Tondo, con su teatro de Isabel II, también ocupado por aquella raza y por tenderos indios; el de San Nicolás, en donde sólo viven artesanos y labradores indígenas, y algunos chinos; el de Santa Cruz, compuesto en su mayor parte de mestizos é indios; el de Quiapo, idem ídem, con varios europeos; el de San Sebastian, habitado por españoles y mestizos; el de San Miguel, idem idem, y cuyo puente colgante, que acompañamos á este número, hace seis años forma la segunda via de comunicación del rio Pasig, enlazando la parte estramuros de Manila, vulgarmente llamada de arroceros, con la zona de población denominada Quiapo.

El sistema de su construcción es el mas sencillo de su género, y consiste en dos pirámides truncadas en cada una de las márgenes, que sustentan cuatro bordones por banda de que penden los tirantes en que gravita el pavimento, de 110 metros de longitud por 7 de latitud, con vias laterales para carruajes, separada por otra central algo elevada para la gente de á pie. La parte material de los revestimientos de las rampas de ingreso, estribos, pozos de enganche que sujetan los bordones, cajas de los cilindros de apoyo inferiores, bases de las pirámides de suspensión y pedestales de decoración, son todos de brillante cantería, de la misma que aparentan ser los cuerpos de pirámides que, en realidad, son de hierro colado, huecas, asi como los cilindros que se ocultan en sus cúspides, y los antes citados, y uñas de sujeción. Los bordones y tirantes son de alambre de hierro; aquellos amadrinados de lo mismo en toda su estension, y éstos sólo en sus estremidades. El pavimento y barandado, son de maderámen con las condiciones de solidez y ligereza que requieren obras tan atrevidas: y finalmente, el decorado severo y elegante de las obras en firme, el esbelto y sencillo de las al aire, y el brillante estado del conjunto, merced al entretenimiento constante con que se le atiende, único capaz de prolongar la existencia de construcciones tan perecederas, hacen que esta obra no desdiga lo mas mínimo de las de su clase, que figuran en Europa. Digna es, pues, de alabanza la casa empresaria de los señores Matia Menchacatorre y Compañía, autora del pensamiento, á la vez que de llevarlo á cabo, que ha dado una via mas de comunicación sobre el rio Pasig, y una obra digna de la capital del archipiélago. Dicho puente fue construido bajo la dirección del ingeniero francés Mr. Gabaud, habiéndose traido de Inglaterra todo el material de hierro. El 4 de enero de 1852 se abrió al público, y al siguiente dia se hizo la prueba de su resistencia, cargándolo con 2,660 quintales de peso, sin que por ello se resintiera en lo mas mínimo; el barrio de Paco, compuesto de casas de ñipa y de madera, algunas de ellas bonitas y elegantes; el de Santa Ana, idem idem; y el de Malate, que lo ocupan principalmente los mestizos é indios, con igual clase de edificios, forman todo el mare-magnum de la capital de Manila. En los carruajes públicos hemos leído alguna vez el número 1923; y esto nada tiene de particular, porque allí, las personas regulares, no pueden andar sin vehículo, por el escesivo calor que hace en todo el año. No hay europeo, ni filipino decente, que no gaste coche. Los de alquiler, como hemos dicho, son numerosos, y cuestan por servirse de ellos 4 reales en la primera hora (que es medio peso,) y 2 en cada una de las restantes, que equivale á una peseta columnaria.

Como que los habitantes de Filipinas están á 14 grados y medio de la línea equinoccial, el sol es abrasador é insufrible, y la atmósfera que se respira es sofocante, produciendo, por esto, continuos sudores en los que viven allí. La fuerza del calor se esperimenta por los meses de marzo, abril, mayo, junio, julio y agosto, en que empieza á llover, aunque el agua de temporal no cae hasta los meses de setiembre y octubre. En noviembre, diciembre y enero,hacen los indios la recolección de frutos. Los vaguíos ó huracanes, acontecen siempre en octubre al cambio de la monzón, y los estragos que causan en los edificios, buques y casas de nipa, son inmensos, pues quedan arrasados pueblos y barrios enteros. Lo propio sucedo con los temblores do tierra que se esperimentan en el verano, que cuando son fuertes, producen desgracias y hundimientos de grandes edificios. Generalmente, y, por fortuna, los tales sacudimientos de la tierra duran poco.

De paseos, en Manila, podemos asegurar que los hay deliciosos en las afueras de la población para ¡recorrerlos en carruaje; pero que no hay ninguno regular ni bonito dentro de la ciudad para recorrerlo a pié. Los templos, al contrario, son notables por su grandeza y por su gusto, y las funciones de iglesia, lo propio que las procesiones, se celebran con toda pompa y magestad, consumiendo en ellas un caudal de cera. Las músicas establecidas en los barrios ó lugares, ocupan en aquellas su puesto en número muy crecido, y es de advertir que los músicos indios son, por lo general, los mejores profesores del mundo. Tocan siempre con escesivo esmero, limpieza, exactitud y sentimiento.

El indio nuestro es admirablemente ingenioso, aunque se halla bastante atrasado, porque hace bonitas