Página:El rey de las montañas (1919).pdf/174

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
170
 

nosotros, y al día siguiente de nuestra partida el pueblo griego se reunirá en algún rincón para repartirse nuestros despojos. Por fortuna, les quedará poco. He sabido por un joven alemán, que al principio tomé por un espía, y que es un caballero muy honrado, que este Stavros, conocido por Hadgi—Stavros, tenía sus capitales colocados en nuestra casa. Te ruego que compruebes el hecho; y si es exacto, no hay inconveniente en pagar el rescate que exigen de nosotros. Entrega en el Banco de Grecia 115.000 francos (4.600 libras esterlinas) a cambio de un recibo en buena forma, sellado con el sello ordinario de este Stavros. Se le pondrá la suma en cuenta, y hemos terminado. Nuestra salud es buena, aunque la vida de montaña diste mucho de ser cómoda. Es monstruoso que dos inglesas, ciudadanas del más grande imperio del mundo, estén reducidas a comer su asado sin mostaza y sin pickles, y beber agua clara como el último de los peces.

Esperando que no tardarás en volvernos a nuestras costumbres, soy, querido hermano, muy sinceramente tuya, Lunes, 5 de mayo de 1856.» REBECA SIMONS.

Yo mismo llevé al Rey el autógrafo de la buena señora. El lo tomó con desconfianza y lo examinó con mirada tan penetrante, que yo temblaba, temeroso de que trasluciese su sentido, aunque estaba muy seguro de que no conocía una palabra de inglés. Pero aquel diablo de hombre me inspiraba un