Página:El rey de las montañas (1919).pdf/37

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
33
 

tida y que sino cam i duras lecndoles por sn talento alto an en ones, eran odo inversegún el 1 de ma por unos , el céle caba tan ia acaso arle las Jarvati., » campe dió, sin io, que »s como ofreció mbranador r res vein r. El el 7 caPS.

33 por la fuerza de la costumbre. Vuelve, pues, a tus negocios y déjame entregado a los mios. » Rhalettis no abandonó la partida. Intentó ilustrar al bandido sobre la infamia del oficio que ejercia.

Hadgi—Stavros se echó a reír y le dijo con amable cordialidad:

¡Compadre! El dia que escribamos nuestros pecados, ¿quién de los dos tendrá la lista más larga?

— Piensa, en fin—añadió el ministro—, que no podrás escapar a tus pecados; morirás un día u otro de muerte violenta.

— ¡Allah Kerim! — respondió en turco—. Ni tú ni yo hemos leido en las estrellas. Pero yo, al menos, tengo una ventaja; mis enemigos llevan uniforme y les reconozco de lejos. Tú no puedes decir lo mismo de los tuyos. Adiós, hermano.

Seis meses después el ministro murió asesinado por sus enemigos políticos; el bandido vive todavía.

Nuestro patrón no nos refirió todas las hazañas de su héroe; el día no hubiese bastado. Se contentó con enumerar las más salientes. No creo que en ningún pais los émulos de Hadgi Stavros hayan heche nunca nada más artístico que la detención del Niebuhr. Es un vapor del Lloyd austriaco, que fue desvalijado en tierra por el palikaro, a las once de la mañana. El Niebuhr venia de Constantinopla; depositó su carga y sus pasajeros en Calamaki, al oriente del istmo de Corinto. Cuatro furgones y dos ómnibus recogieron los pasajeros y las mercancias para transportarlo todo al otro lado del EL REY DE LAS MONTAÑAS 3