Página:El rey de las montañas (1919).pdf/61

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
57
 

destruir sus ilusiones, que tenía en la mejilla izquierda un hoyuelo que faltaba por completo en su mejilla derecha: cosa contraria a todas las leyes de la simetría. Sepa usted, además, que su nariz no era recta ni aguileña, sino francamente arremangada a la francesa. Pero lo que negaría hasta el cadalso es que esta conformación la hiciese menos bonita. Era tan bella como las estatuas griegas, pero lo era de diferente modo. La belleza no se mide por un tipo inmutable, aunque Platón lo haya afirmado en sus divagaciones sublimes. Varia según los tiempos, según los pueblos y según la cultura de los espiritus. La Venus de Milo era hace dos mil años la más hermosa muchacha del archipiélago: no creo que fuese en 1856 la más bonita mujer de Paris.

Llevadla a casa de una costurera de la plaza de Vendôme y a casa de una modista de la calle de la Paz.

En todos los salones en que la presentéis tendrá meuos éxito que la señora Fulana o Zutana, que tiene los rasgos menos perfectos y la nariz menos recta.

Cabía admirar a una mujer geométricamente bella en tiempos en que la mujer no era más que un objeto de arte destinado a halagar los ojos, sin decir nada al espíritu; un pájaro del paraíso, cuyo plumaje se contemplaba sin invitarle a cantar nunca. Una hermosa ateniense era tan bien proporcionada, tan blanca y tan fria como la columna de un templo. El señor Mérinay me ha hecho ver en un libro que la columna jónica no era más que una mujer disfrazada. El pórtico del Erecteon en la Acrópolis de Ate nas descansa todavia sobre cuatro atenienses del si-