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pero nunca habia notado de una manera tan sensible la longitud desesperante de los fusiles griegos. Todo el arsenal desembocó en seguida en el camino, y cada cañón mostró su culata y su dueño.

La única diferencia que existe entre los diablos y los bandidos es que los diablos son menos negros de lo que se dice, y los bandidos, más sucios de lo que se supone. Los ocho facinerosos que se pusieron en círculo, en torno de nosotros eran de una tal suciedad, que yo hubiese deseado darles mi dinero con pinzas. Con un poco de esfuerzo se adivinaba que sus gorros habían sido rojos. Pero ni la misma lejía hubiese podido encontrar el color originario de sus trajes. Todas las rocas del reino habían comunicado su color a sus faldillas de percal, y sus chaquetas conservaban una muestra de los distintos terrenos sobre los cuales habían descansado. Sus manos, sus rostros y hasta sus bigotes eran de un gris rojizo, como el suelo que los sostenía. Cada animal se colorea según su domicilio y sus costumbres: las zorras de Groenlandia son de color de nieve; los leones, color del desierto; las perdices, color de surco, y los bandidos griegos, color de carretera.

El jefe de la pequeña tropa que nos habia hecho prisioneros no se distinguia por ninguna señal exterior. Sin embargo, acaso su rostro, sus manos y su traje eran más ricos en polvo que los de sus camaradas. Se inclinó hacia nosotros desde lo alto de su estatura elevada, y nos examinó tan de cer a, que senti el roce de sus bigotes. Parecia tigre que huele EL REY DE LAS MONTAÑAS 5