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EL TAMAÑO DEL ESPACIO

tas direcciones como las de sus ejes coordenados. La constancia de las manifestaciones enérgicas, que llamamos ley, nunca será perfecta, porque no se realizará sino en diferentes condiciones. Según Einstein, las oscilaciones térmicas de los átomos no tienen una frecuencia determinada, sino un dominio de frecuencias; y en el campo de la experiencia sensible, el mismo sabio ha demostrado que la duración de un segundo varía en el mismo reloj según que éste se halle en reposo o en movimiento.

Sabemos, por otra parte, y ello está rigurosamente formulado con la amplísima ley de Stefan, que el agujerillo abierto en un recinto isotérmico, debe considerárselo como un cuerpo negro a causa de que absorbe toda la luz que recibe: noción ya puramente negativa como se ve. Y conviene no olvidar que en nuestro espacio cósmico tenemos precisamente cuerpos negros de naturaleza análoga quizá: los "sacos de carbón" de la Vía Láctea que deben ser algo así, pues no creo que pueda suponérselos análogos a las "nebulosas negras" descubiertas por Bernard.

Pienso, en consecuencia, que debe considerarse al espacio cósmico un cuerpo, ilimitado para nuestra experiencia sensible, pero calculable por nuestros medios inteligibles: un cuerpo donde, como en el agua los seres vivos y las partículas brownianas, actúa la materia ponderable. Será este cuerpo el más ligero de todos; y con ello, resultará a la vez continuo respecto a cualquier otro y también pene-